17 de septiembre de 2010

Ser sustentables: esa es la cuestión

A una semana de la jornada Hacia una agricultura ambientalmente sustentable, tres especialistas del INTA realizan un análisis del estado actual de la Argentina frente a ese desafío y adelantan los principales temas que darán color al evento.

Un tironeo, una antítesis, un divorcio, una paradoja. Se ha referido de muchas maneras a la relación dispar que hoy tienen el aumento de la productividad de los rindes y la conservación de los recursos. Manejadas con eficiencia, esas variables forman un acorde particular: el de la agricultura sustentable.

“En general, hay entre 70 y 100 dólares de pérdida por hectárea porque se extraen nutrientes que no se reponen”, indicó Carlos Senigagliesi, el especialista del INTA que abrirá la jornada de conferencias Hacia una agricultura ambientalmente sustentable, que se realizará el martes 21 de septiembre en el INTA Pergamino –Buenos Aires–. La jornada, de entrada libre y gratuita, es organizada por el INTA, la Asociación de Ingenieros Agrónomos de la zona Norte de la provincia de Buenos Aires (Aianba), la Universidad Nacional del Noroeste de la provincia de Buenos Aires (Unnoba) y la Sociedad Rural de Pergamino.

En ese marco se debatirán los actuales sistemas de producción en la región, detalles sobre la sustentabilidad en la Argentina y los principales problemas que los productores deben abordar para lograr una cosecha cada vez más eficiente.

Para Senigagliesi, la sustentabilidad posee diversas aristas: “Una es la parte ambiental pero hay otra que es muy importante: la económica. No importa sólo la rentabilidad de la cosecha sino también los costos asociados a la parte ambiental. Pueden parecer intangibles y difíciles de medir, pero hay que tenerlos muy en cuenta”. Al respecto coincidió Manuel Ferrari, técnico del INTA Pergamino, quien señaló que a pesar de la tecnología existente, no todos los productores la adoptan: “Tratamos de transmitírselo en cada oportunidad y a veces les es difícil visualizarlo en términos de impacto productivo, porque ven que los cultivos no dejan de rendir”.

Senigagliesi añadió otro factor importante en la discusión, considerando la gran cantidad de contratistas y arrendatarios: “Se necesita tiempo para aplicar todas estas tecnologías en el largo plazo. Y como no hay seguridad, ya que muchas veces quienes llevan adelante la cosecha no son los dueños de las tierras, restringen el paquete tecnológico necesario y no lo aplican en su totalidad”.

Por otra parte, el especialista explicó que existe un paquete tecnológico básico de gran adaptabilidad para los ajustes particulares que requiera cada zona. Por ejemplo, el cultivo de cebada es mejor para el Sur de la provincia de Buenos Aires que para el Norte. En el caso de los fertilizantes, algunos suelos requieren mucho fósforo en la parte Sur y centro de la región pampeana, pero no así en el Norte. Para mantener la agricultura conservando mejor los recursos naturales, la propuesta incluye la labranza conservacionista, la siembra directa, el uso de fertilizantes y la buena rotación de cultivos. “Esto hace que haya un paquete general con sus adecuaciones locales”, dijo Senigagliesi.

¿Y cómo andamos por casa?

En este contexto, cabe plantear la pregunta que titula la ponencia de Ferrari: ¿Nuestros actuales sistemas de producción agrícola son ambientalmente sustentables? “Claramente no”, contestó Ferrari, quien analizará la “adecuada combinación” de los tres pilares que supone un sistema de producción netamente agrícola: siembra directa como sistema de labranza, fertilización y rotación de cultivos.

De acuerdo con el técnico, las dos primeras variables se presentan así: la mayor parte de la superficie agrícola argentina está cultivada bajo siembra directa, lo que destaca mundialmente al país; y el uso de fertilizante a escala nacional creció de una manera muy impresionante: “En 1991, la Argentina usaba 300 mil toneladas de fertilizantes. En 2006, el consumo fue de 3.100.000 toneladas. Es decir, el consumo se multiplicó por 10 en 15 años y eso es buenísimo, porque estamos reponiendo nutrientes”, dijo. Sin embargo, aclaró que “aún es insuficiente la cantidad de fertilizantes para reponer todos los nutrientes. En el mejor de los casos estamos reponiendo el 60% del total que se extrae. Tenemos un balance negativo”.

En cuanto al último punto de su análisis, Ferrari se refirió a la rotación de cultivos como la variable con menor desarrollo: “Hay una excesiva superficie de soja en detrimento de otros cultivos que sería muy importante incorporar, como maíz y trigo”. De hecho, de las 295 mil hectáreas del partido de Pergamino, 180 mil corresponden a soja. “Esto es perjudicial para el suelo y estamos perdiendo grandes oportunidades de producir más y mejor”, concluyó.

Con la mirada en lo ambiental

Para el coordinador del grupo de Gestión Ambiental del INTA Pergamino, Adrián Andriulo, “la degradación de los suelos va en aumento indefectiblemente y podríamos detenerlo”. Desde ese grupo, los técnicos Carolina Sasal, Marta Bortolato, Alicia Irizar, Silvina Portela y Silvina Restovich abordarán distintas problemáticas de la agricultura sustentable, desde la evolución estructural de suelos limosos hasta los riesgos de contaminación del agua.

Andriulo detalló el perfil de cada charla y señaló algunos puntos en común, como el referido a la posibilidad de almacenar materia orgánica en los suelos bajo agricultura continua y siembra directa. En este sentido, se explicará “cómo pueden estar influyendo las variedades transgénicas sobre la descomposición de los residuos bajo siembra directa en el corto plazo, para de esta manera tratar de explicar lo que ocurre en el largo plazo”.

También se hará referencia a “las posibilidades que hay en la pampa ondulada para revertir el efecto invernadero; es decir, bajo qué tipo de condiciones los agroecosistemas pueden producir un cambio significativo a favor de las reservas de carbono y nitrógeno en el suelo”. Sobre esto, Andriulo precisó que “si lográramos reducirlas y almacenarlas como materia orgánica, estaríamos reduciendo las emisiones”. En esta línea, se presentarán ensayos de casi 30 años con mucha información acumulada que permitirá ver qué posibilidades y limitaciones hay para almacenar carbono.

Por otra parte, lo contrario de retener el carbono y nitrógeno implicaría que esos nutrientes invadan otros sistemas, como el aire o el agua, ya sea subterránea o superficial. Así, otra conferencia abordará esta clase de pérdidas: “Durante los años más secos, con respecto al promedio de lluvia histórico, se pierde una cantidad insignificante; pero cuando se producen lluvias por encima del promedio histórico, las pérdidas pueden llegar a 50 kilogramos de nitrógeno por hectárea”, dijo el coordinador, y agregó que “es una pérdida para el sistema y una fuente de contaminación para el agua”. En otro sentido, se presentarán también “herramientas agronómicas para capturar o mejorar la eficiencia del uso del agua y nitrógeno y también para mitigar la degradación”, indicó, en referencia a los cultivos de cobertura que pueden captar, en los largos períodos de barbecho, el 50% del nitrógeno que queda en el suelo.

“De esta manera, ese cultivo extraerá el nitrógeno y hará que no llegue a las napas y que quede en superficie”, completó Senigagliesi.

Frente a todo este panorama, el desafío de la agricultura sustentable es más que importante. “A veces decimos que la sustentabilidad es una utopía, porque no existe plenamente, pero al menos uno puede dirigirse en la manera más recta a ese objetivo”, dijo Ferrari, acaso en alusión a aquella popular sentencia del escritor uruguayo Eduardo Galeano. Al fin y al cabo, las utopías son para eso: para caminar.

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