Recomendaciones para promover sistemas ganaderos resilientes
La base forrajera de los sistemas ganaderos del norte de Entre Ríos se vio afectada por el déficit hídrico registrado en los últimos años, sin embargo, gracias a las lluvias que se restablecieron en la presente temporada se prevé la recuperación del estrato herbáceo de la región. Desde el INTA proponen una planificación forrajera para afrontar los eventos climáticos extremos.
El déficit hídrico entre la primavera y el verano de 2022 y 2023 determinó una reducción en la producción del campo natural cercana al 40 %. Sin embargo, debido que en los últimos meses las lluvias comenzaron a restablecerse, aunque de manera errática, se evidencian signos de recuperación del estrato herbáceo. Ante esta situación, un equipo del INTA Entre Ríos propone estrategias de manejo que permitan atenuar el impacto de los eventos climáticos extremos.
Lucrecia Lezana –investigadora del INTA Paraná– explicó que “como consecuencia de la falta de forraje sostenida en el tiempo se registró una importante reducción del stock de cabezas, ya sea por muertes o por la venta de animales, pérdida de condición corporal, caída de los índices de procreo y futuros vientres malnutridos. A esto se suma el costo de alimentar a los vientres que quedaban en los campos, en general, con raciones de mantenimiento”.
Pese al panorama desolador de los primeros meses del año, las gramíneas nativas comenzaron a rebrotar y el crecimiento comienza a evidenciarse, aunque aún falta tiempo para alcanzar volúmenes adecuados para el pastoreo.
“Como sabemos, con una tasa de crecimiento promedio de 20 kilos de materia seca por hectárea y por día, necesitamos 90 días para acumular entre 1500 y 1800 kilos de materia seca por hectárea”, detalló Lezana.
Ante un escenario que prevé un aumento de eventos climáticos extremos, es necesario implementar estrategias que permitan estar mejor preparados para atenuar el impacto. En este sentido, la investigadora explicó que “cobran relevancia algunas prácticas de manejo ampliamente conocidas, pero poco implementadas como la planificación forrajera, el manejo del pastoreo y el mejoramiento del campo natural como la fertilización o la intersiembra.”
A través de la planificación forrajera es posible estimar el balance forrajero, es decir, la relación entre la oferta forrajera – determinada por la productividad de todos los recursos que componen la cadena forrajera: campo natural, pasturas, verdeos– y la demanda animal – determinada por la carga ganadera–.
Un balance forrajero ajustado es clave para sobrellevar eventos climáticos extremos, asimismo, es necesario pensar en complementar la oferta forrajera del campo natural con otros recursos forrajeros, especialmente aquellos tolerantes a altas temperaturas y déficit hídrico como las gramíneas megatérmicas.
Por último, Lezana destacó que “el manejo del pastoreo nos ayudará a utilizar los recursos forrajeros de manera eficiente. En este sentido, el cálculo de la asignación forrajera en cada evento de pastoreo nos permitirá estimar si el forraje ofrecido suplirá los requerimientos del ganado. En síntesis, planificando y controlando a campo, podemos estar mejor preparados para lo que vendrá”.