Nueva vacuna contra el virus del herpes bovino
El INTA obtuvo la patente de invención de una nueva vacuna contra HVB que permite identificar los animales infectados en un rodeo.
Técnicos del Centro Nacional de Investigación en Ciencias Veterinarias y Agronómicas (CICVyA) del INTA Castelar desarrollaron una nueva vacuna contra el virus herpes bovino (HVB), una enfermedad que produce pérdidas económicas por 200 millones de dólares anuales. La innovación, que permite identificar los animales infectados en un rodeo, obtuvo la patente de invención por parte del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (INPI).
Ana María Sadir –bioquímica, ex directora del CICVyA del INTA Castelar y responsable del logro– se refirió a la obtención de la patente para la vacuna como un “logro relevante por tratarse del principal virus causante de enfermedades respiratorias y reproductivas bovinas, responsable de elevadas pérdidas económicas para la industria ganadera”.
Esta vacuna se centra en la extracción de uno de los genes del virus ya que “modificamos el genoma viral, tomamos su ADN y extrajimos un gen, la glicoproteína E (gE), una de las tantas proteínas que el sistema inmune puede identificar”, explicó una de las desarrolladoras de la vacuna, Mariana Puntel, ex becaria del INTA Castelar, quien actualmente trabaja en el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos e investiga la aplicación de terapias génicas en enfermedades humanas. La idea de extraer esta proteína al genoma viral era atenuar el virus y que el organismo no la identifique como causante de la enfermedad. El sistema inmune del animal vacunado, entonces, identificaría todos los genes que componen el virus menos a la gE.
Por su parte, Juan Carlos Salerno –director interino del CICVyA– destacó que “la obtención de dicha patente constituye un valiosísimo y poderoso ámbito de intervención de la institución que favorece y potencia la interacción entre los sectores públicos y privados”.
Fernando Fernández –director del Instituto de Virología del INTA Castelar–, consideró a la vacuna como “una herramienta moderna que permite ‘marcar’ o diferenciar los bovinos vacunados de aquellos infectados. Esto permite hacer una campaña de control y erradicación”.
El 10% de los abortos bovinos son producidos por causas virales en las que el HVB es un agente relevante. Anselmo Odeón –técnico del Grupo de Sanidad Animal del INTA Balcarce– indicó que “las pérdidas económicas por causas virales pueden estimarse en 200 millones de dólares anuales si se considera el costo por la venta de vientres abortados, la reposición por hembras reproductivamente aptas y el lucro cesante por los terneros no nacidos”.
El animal infectado, una vez superada la fase aguda de la enfermedad, no presenta síntomas por el virus que permanece latente y no puede diferenciarse de aquellos vacunados, ya que ambos presentan los mismos anticuerpos. Así, estos animales se convierten en una alta fuente de contagio para el resto del rodeo.
La vacuna obtenida por el INTA permite diferenciar los bovinos infectados de aquellos vacunados gracias a la modificación genética de la cepa causante –por eliminación de la proteína gE–. “Se puede distinguir la vacuna del virus en función de la presencia o ausencia de esa proteína”, explicó Sadir.
En este sentido, Puntel recalcó que “Europa persigue radicar la enfermedad para el 2010, o en un futuro probablemente se transforme en una restricción para el mercado de nuestros animales”.
Hoy, países como Suecia, Finlandia, Noruega y Austria son considerados regiones libres del herpesvirus bovino tipo 1, por lo que el ingreso de animales infectados podría ocasionar “la enfermedad severa, abortos y disminución de producción lechera, lo que resulta en cuantiosas pérdidas económicas”, afirmó Sadir.
Así, la generación de esta vacuna en el país se transformó en una necesidad y compitió directamente con una vacuna que ya había sido creada en Europa. “Los resultados de la vacuna desarrollada por el INTA fueron sorprendentes; mucha gente que trabaja en el tema aseguró que superó las expectativas”, manifestó Puntel, quien aclaró que la clave del éxito se encontró en los grados de protección que posee. “Al vacunar a los animales y someterlos a la infección, la cantidad de especímenes protegidos fue muy grande y su duración muy extensa”, explicó.
Este desarrollo supera ampliamente aquella vacuna clásica –con el virus inactivo entero– obtenida en 1986 a partir de una investigación conjunta de técnicos del Instituto de Virología del INTA Castelar, el CONICET y Laboratorios San Jorge Bagó. Esta innovación fue transferida a ese laboratorio mediante un convenio de vinculación tecnológica.
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