Mendoza, un ejemplo de ordenamiento territorial
Con apoyo financiero de la FAO, el INTA relevó los puntos de contacto entre lo rural y lo urbano en diez años de aumento poblacional del Valle de Uco, que creció 16% en ese período.
El Valle de Uco, en Mendoza, hace punta en materia de ordenamiento territorial rural en toda Latinoamérica. Así lo expresó Daniel Pizzolato, jefe del INTA La Consulta –en esa provincia–, quien trabajó durante un año y medio junto con el Ministerio de Agricultura de la Nación y la Universidad de Buenos Aires (UBA) para diagnosticar las demandas de la región, que en los últimos diez años experimentó un marcado crecimiento demográfico.
Mientras en Mendoza la población creció 11,5%, el Valle de Uco lo hizo un 16% y, si se toman en cuenta las estadísticas de 1991, esa tendencia se acentúa, con una tasa del 17,3%. “El Valle de Uco ha tenido un crecimiento muy importante, ha atraído población y está creciendo a una tasa mucho más alta que el promedio de la provincia”, sostuvo el técnico. De hecho, el Valle de Uco es la región con mayor dinámica poblacional de la provincia y Tunuyán, uno de sus tres departamentos, es el segundo con mayor crecimiento demográfico.
El trabajo, que contó con el financiamiento de la FAO y el apoyo de la municipalidad de Tunuyán, tuvo como objetivo organizar el territorio para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. “El territorio es, por sobre todo, lo que la gente hace con los recursos, la identidad de la gente, cómo se maneja, su población, qué cosas logra, qué dificultades tiene”, dijo Pizzolato.
Según surgió del relevamiento, ese elevado crecimiento plantea la necesidad de reforzar la infraestructura y los servicios en áreas rurales. “El avance urbano es consecuencia de la falta de arraigo de las poblaciones rurales. Por lo tanto, el trabajo de ordenamiento plantea mejorar los servicios de salud, educación, transporte y demás para que la población pueda permanecer”, sostuvo el técnico.
Además, el trabajo reparó en la presión que sufren los oasis donde se concentra la producción: “La urbanización ha ido ocupando tierras de producción agrícola, agropecuaria y, en general, tierras muy buenas”, señaló Pizzolato. Además explicó que “hay que regular esto para que las ciudades crezcan o se desarrollen hacia las zonas donde hay menos posibilidades agrícolas”, de manera que éstas puedan preservarse para la producción.
El estudio permitió observar también la fuerte caída de la producción de frutales de pepita: en la última década, Tunuyán duplicó la superficie de viñedos. Este avance de los cultivos hacia el piedemonte presiona sobre las cuencas subterráneas y aumenta el riesgo de aluviones.
“El ordenamiento territorial es una herramienta que se viene desarrollando fuertemente en los países centrales desde hace 20 o 30 años”, dijo Pizzolato. Si bien hay muchos antecedentes de ordenamiento urbano en las grandes ciudades, con el propósito de disminuir los conflictos en los usos del suelo y la incompatibilidad de las distintas formas de utilización, la experiencia mundial es menor si se trata de áreas rurales.
Con el fin de detectar y delimitar ejes estratégicos que permitan garantizar un desarrollo sustentable, la ley provincial 8.051 es el marco del Plan de Ordenamiento Territorial. Mientras Mendoza da sus primeros pasos en materia de ordenamiento territorial, Tunuyán y Tupungato ya cuentan con sus diagnósticos.