12 de diciembre de 2014

Descubren que las plantas son solidarias con sus pares

Investigadores del INTA y del Conicet hallaron que las plantas identifican a aquellas con características genéticas similares y cooperan entre sí. De lo contrario, compiten por la luz.

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“Suena increíble, pero las plantas pueden reconocer a sus parientes por la forma de su cuerpo y actúan en consecuencia”, aseguró María Crepy –técnica del INTA Concepción del Uruguay, Entre Ríos, e investigadora del Conicet–. Junto a Jorge Casal –investigador del Conicet y jefe del Laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir–, los especialistas analizaron el comportamiento de Arabidopsis thaliana, una especie de crucífera muy usada como modelo en estudios de fisiología vegetal.

Así, descubrieron que las plantas se reconocen mediante señales químicas de las raíces y, además, distinguen si las vecinas son parientes o no a través de receptores de luz, llamados fotorreceptores. La investigación fue recientemente publicada en la revista científica “New Phytologist”.

“La luz reflejada por cada planta –explicó Casal– configura un perfil de luz y de sombras que funciona como un sello de identidad que puede ser visto por otras plantas mediante foto receptores y distinguir, así, el parentesco de sus vecinas”.

De acuerdo con la investigación, las plantas pueden reconocer a sus parientes por la forma de su cuerpo y actúan en consecuencia.

El estudio reveló que cuando las plantas tenían características genéticas similares cada una direccionaba el crecimiento de sus hojas hacia fuera de la hilera, minimizando la interferencia con sus vecinas. En cambio, si los perfiles genéticos eran diferentes, en lugar de cooperar entre ellas, competían por la luz.

“Es un resultado muy sorprendente” aseguró Casal, quien además integra el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA) de la Facultad de Agronomía de la UBA. Y agregó: “Las plantas nos enseñan que si nos ponemos de acuerdo, resignar un poco de sí puede redundar en un beneficio para todos”.

Esta información determina que, en vez de competir por el espacio y por el acceso a la luz, cooperan entre sí para aprovecharlo, no individual, sino colectivamente.

Es decir, cuando las plantas cooperan entre sí, amontonan sus propias hojas de modo que se sombrean entre ellas y, como todas hacen lo mismo, se reduce el sombreado mutuo. Como consecuencia, cuando todas las plantas de la hilera apartan sus hojas de las vecinas, cada una rinde más en producción de semillas. “Este beneficio colectivo es mayor que el costo individual”, puntualizó Casal.

Esta investigación abre un nuevo camino en la agricultura y su manejo. Así lo entendió Casal para quien “este descubrimiento permite mejorar el rendimiento de los cultivos en un menor espacio y con mayor producción de granos”.