14 de septiembre de 2011

Las mieles del éxito

Este año, la producción nacional alcanzará los 200 M de dólares. Con técnicos distribuidos en todo el país, el INTA juega un papel esencial para que el país lidere ese mercado internacional.

En 2011, el país proyecta una producción de algo más de 70.000 toneladas de miel, lo que lo posiciona detrás de China, en segundo lugar del ranking mundial de producción. Sin embargo, la Argentina es el primer exportador, debido a que el 95% del total –que equivale a más de 180 millones de dólares– se vende en concepto de miel a granel (80%), a granel homogenizada (15%) y fraccionada (0,4%). Es en este contexto que la Argentina será sede del 42º Congreso Internacional de Apicultura Apimondia 2011 en Buenos Aires del 21 al 25 de septiembre.

Gilles Ratia, presidente de Apimondia, indicó que “es la primera vez en la historia de esta muestra internacional cuenta con 2.000 inscriptos que participarán directamente del encuentro en el que los principales actores mundiales de la apicultura se unirán para celebrar por nuestras abejas, por sus fabulosos productos, así como su importante papel como polinizadoras y bioindicadoras de nuestro cambiante medio ambiente”.

Por su parte, Javier Nascel, de la empresa Nexco S. A., dedicada a la exportación de productos apícolas explicó que “la Argentina cuenta con un perfil de productor apícola, una capacidad de asistencia técnica público-privada y una estructura comercial que lo hacen sumamente competitivo a escala mundial. Todos los eslabones de nuestra cadena de la miel han demostrado, en los últimos tiempos, alta profesionalidad y gran capacidad de adaptación al cambio: herramientas indispensables si se pretende tener éxito”.

Además, el país comercializa polen, propóleos y jalea real. En esta línea, las ventas de cera se incrementaron debido a que es un producto con un alto valor agregado que se consume en industrias vinculadas, entre otras, con farmacia, cosmética y alimentos. Este último, es un rubro que está adquiriendo cada vez más relevancia por el uso en galletitas, panificados y snacks.

En la actualidad, la producción nacional es la segunda del mundo y representa el 25% de lo producido en el continente americano y el 6% del total mundial. Además, contribuye con el 25% de la miel comercializada entre países en el mundo. Los principales destinos que reciben la miel argentina son: Alemania, Reino Unido, Estados Unidos (EE.UU.), Italia, Canadá, Japón y Australia.

Los avances en investigación son clave para sortear los requisitos que imponen los principales compradores: la Unión Europea (UE) y los Estados Unidos. Por esto, la Argentina cuenta con herramientas para que los protocolos no sean barreras que no dejen pasar la producción.

Esto se suma a que el país dispone de tecnología, insumos necesarios para extracción y productos veterinarios –que, además, son exportados– y operarios, técnicos y profesionales altamente competitivos y requeridos a escala mundial.

Guillermo Huerta, especialista del INTA Bariloche, destacó que los aportes institucionales son fundamentales para lograr que la Argentina ocupe un lugar predominante como productor y exportador de miel. “El rol del Programa Nacional Apícola del INTA (ProApi) facilita la articulación público-privada para aumentar la competitividad y asegurar la equidad para el desarrollo en los territorios”.

El 97% de los productores argentinos son de pequeña y mediana escala. En 2010, el país contaba con 2.45.000 colmenas distribuidas en algo más de 26.000 productores, de los cuales el 78% (20.545) posee entre 16 y 200 colmenas, el 13% (3.507) posee de 1 a 15 y el 8,6% (2.278) entre 200 y 500.

Para Luciano Di Tella, subsecretario de desarrollo de economías regionales, “la producción apícola además de poseer relevancia social, mediante su distribución territorial, es una actividad que se hace a lo largo y lo ancho del país y tiene una potencialidad que todavía no está explotada en su totalidad”. Asimismo, el funcionario consideró que “la cadena apícola tiene un nivel de organización y de articulación de los productores con las provincias mediante las mesas provinciales, con el INTA mediante los programas nacionales de mieles y la participación intensa del Consejo Federal de Inversiones (CFI). No hay otras cadenas en las que tengamos este nivel de articulación, de organización y de trabajo en conjunto”.

De acuerdo con Lucas Martínez, presidente de la Sociedad Argentina de Apicultores (SADA) y vicepresidente de Congreso Internacional de Apicultura de (Apimondia 2011, que se realizará en La Rural de Palermo del 21 al 25 de septiembre), “la Argentina tiene como oportunidad mayor, o como mayor fortaleza, la capacidad de trabajo dentro de cada uno de los eslabones de la cadena, porque el apicultor tiene la capacidad de adecuarse a lo que se viene: si el mercado pide miel inocua, inodora, incolora, vamos a hacer esa miel”.

“Agregar valor –detalló el representante de Nexco S. A– es indispensable en la actualidad si se desea mantener la viabilidad económica de la empresa apícola. Si nuestra miel no tuviese el valor diferencial que gradualmente logró en los distintos mercados, hoy la apicultura no sería rentable. La calidad es la mejor diferenciación de producto”.

El 97% de los productores argentinos son de pequeña y mediana escala.

Trabajar juntos, como las abejas

Javier Caporgno, coordinador del proyecto del INTA en Ceres, Santa Fe, añadió: “Mediante el ProApi se generan conocimientos técnicos, innovaciones tecnológicas y de organización en los territorios junto a los actores del sector mediante las agencias locales del organismo, convenios de vinculación con empresas y de cooperación institucional”.

Dos cooperativas, una en Santa Fe y otra en Tucumán, son ejemplos que se destacan. Bajo el asesoramiento del INTA, pequeños y medianos productores se asociaron. Hoy exportan al mundo por más de $25M.

Mediante capacitación intensiva, los apicultores aumentaron la competitividad, generaron una sólida red de actores de la cadena apícola, mejoraron los aspectos técnicos de la producción de miel, diseñaron un sistema de gestión de calidad en toda la cadena, conformaron una organización responsable de comercializar la producción en forma conjunta y accedieron a mercados internacionales.

Sumado a las mejoras en calidad, tecnología y sanidad, el INTA trabaja en erradicar de los productores la frase “solos nos va a ir bien”. Por esto, la institución aporta sus conocimientos en 300 grupos de productores avícolas en todo el país. “La iniciativa creó una inercia hacia la generación de modelos asociativos como cooperativas, que decidieron conformarse en modelos de cooperación más complejos, como los clusters”, dijo Caporgno. En este sentido, como indicó Martínez, de la SADA, “en los últimos diez años la informalidad del sector ha disminuido muchísimo”.

Ratia agregó que “es destacable la importancia que se le da en este país, mediante el Proapi d el INTA, a los cluster en el que participan  pequeños y medianos apicultores”.

Desde este programa, destacó Huerta, se resolvió la Loque Americana –enfermedad bacteriana que afecta a las larvas– por medio de la genética, de alto comportamiento higiénico, tolerante a enfermedades bacterianas de la cría y la estrategia para el control sin uso de antibióticos, se disminuyó la mortalidad invernal de colmenas y se mejoró de la gestión de la calidad.

Entre otros aportes, como explicó Alejandra Palacios –quien trabaja en genética del INTA Balcarce–, el trabajo institucional permitió “que el propóleos sea reconocido como producto en el código alimentario y mediante investigación se ha caracterizado el propóleos argentino de diferentes zonas del país”.Además, Palacios enumeró que también mediante el proyecto Proapi se ajustó la cría y multiplicación de un abejorro nativo para la polinización bajo cubierta, se aportó a la valorización del uso de las abejas sin aguijón que contribuye al conocimiento de la biodiversidad existente en algunas zonas del país y mejoras en los sistemas de cría, colaborando con el desarrollo de esas zonas, se generaron acaricidas orgánicos para el control de varroa que son comercializados, entre otros.

El liderazgo de la apicultura argentina en el mercado mundial de miel de calidad se debe a la reducción de la producción y/o incremento del consumo interno de sus principales competidores y consecuentes menores participaciones en el mercado, de acuerdo con un documento institucional.

“El mayor énfasis de la UE se encuentra en los residuos eventualmente presentes en la miel”, consideró Nascel, quien agregó que se trata de “un mercado con tolerancia cero, entre otras sustancias, a los antibióticos”. En esta línea, el empresario afirmó que “para exportar a Europa el país debe cumplir con los planes de control y monitoreo establecidos y verificados frecuentemente por la Comunidad Europea. Por su parte, los EE.UU. actualmente pone el mayor énfasis en la trazabilidad y seguridad alimentaria del producto”.

Más información Prensa INTA 4339.0589

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