El Sur también conserva
Los recursos forrajeros de vegas y mallines en la Patagonia Austral son un complemento estratégico para cubrir la alimentación de los ovinos a la salida del invierno.
Con un uso estratégico del exceso de pasto como reserva en épocas de déficit, es posible optimizar la oferta de alimento durante el año y aumentar la eficiencia de la producción de carne por hectárea.
Víctor Utrilla, del área de producción animal del INTA Santa Cruz, puntualizó que el sistema de conservación de forrajes de mallines más utilizado es la henificación. Si bien la calidad del heno de pasto de vega no puede compararse con un heno de alfalfa, puede constituirse en un buen complemento.
“La recomendación –explicó Utrilla– es cortar y henificar el pasto para su posterior uso como reserva forrajera”. Para el técnico, suele generarse un excedente que, por estar inaccesible para la hacienda, no puede aprovecharse mediante pastoreo directo.
En esta línea, el desarrollo del ganado ovino puede potenciarse con una buena conservación forrajera de vegas o mallines –pastizales húmedos abundantes y de calidad–. La henificación permite cubrir el bache en la alimentación que se produce a principios de septiembre, coincidente con una época crítica para las ovejas de cría –el último tercio de gestación–, por lo que el uso de reservas forrajeras compensa la escasa oferta del pastizal natural.
De acuerdo con el técnico, el sistema productivo tiene de ese modo mayor estabilidad, “lo que se define como un seguro de producción”, señaló.
“Es importante que este tipo de reserva se realice con forraje previamente oreado: que el heno tenga menos del 20% de humedad. Esto permitirá detener los procesos de degradación y, por lo tanto, conservar un forraje de buena calidad”, dijo el especialista.
Pastizal que no has de comer… guárdalo bien
El heno debe conservarse protegido de los factores climáticos hasta el consumo: colocar los rollos sobre pallets de carga y cubrirlos con un nylon de 100 micrones, para evitar la pérdida de material vegetal.
En este sentido, Utrilla señalo una experiencia realizada en una vega de Tierra del Fuego. “Se apilaron los rollos sobre pallets de carga y se cubrieron con un nylon de 100 micrones: las pérdidas de material vegetal fueron de 4% en comparación al 30% sin protección”.
El jefe del área de producción animal del INTA Santa Cruz recomendó la adopción de esta práctica de conservación “para mantener una producción ovina sustentable y disminuir las pérdidas que se producen en la época invernal en Tierra del Fuego”.