02 de mayo de 2018

ProHuerta siembra esperanza en las cárceles

El programa del Ministerio de Desarrollo Social y del INTA, en articulación con la cartera nacional de Justicia, trabaja en talleres y capacitaciones junto con internos de 60 unidades penitenciarias del país. Del total, más de un tercio se encuentra en la provincia de Buenos Aires.

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Aprender un oficio, mejorar la alimentación, trabajar en equipo. Se trata de grandes oportunidades para quienes están privados de su libertad y en cumplimento de una condena, puesto que esas acciones contribuyen a reducir la reincidencia delictiva. En ese contexto, el programa ProHuerta, una política pública del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDS) y del INTA, trabaja junto con 60 unidades penitenciarias de todo el país en la creación de huertas agroecológicas como espacio de formación e intercambio productivo.

Además del trabajo comunitario para producir alimentos –que permiten abastecer a las unidades–, estos espacios posibilitan que internos incorporen hábitos laborales de cara a su futura reinserción social. A su vez, la formación agropecuaria desarrollada mediante talleres alcanza diversas áreas productivas como porcicultura, parques y jardines, tambos y viveros, entre otras.

Esta tarea es llevada adelante gracias a un entramado institucional del que participan, más allá del MDS y del INTA, la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios y Relaciones con el Poder Judicial y la Comunidad Académica, desde su Dirección Nacional de Readaptación Social. Gustavo Ferrari, ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, firmó un convenio con Juan Balbín, presidente del INTA, hacia fines de abril que explicitó la colaboración mutua para implementar planes y acciones en temáticas agrarias, dirigidas a los penitenciarios e internos de las unidades penitenciarias bonaerenses.

Con talleres y capacitaciones, ProHuerta siembra esperanza en las cárceles

“Celebramos la formalización de este acuerdo de cooperación”, dijo Diego Ramilo, a cargo de la Coordinación Nacional de Transferencia y Extensión del INTA. Desde esa área, el instituto lleva años de trabajo junto con 60 unidades penales de todo el país. De ese total, más de un tercio están localizadas en la provincia de Buenos Aires. “Acompañamos a 19 unidades penitenciarias bonaerenses en las que, con el apoyo de los técnicos de diferentes sedes del INTA, llevamos adelante proyectos especiales del ProHuerta, capacitaciones en diversas tareas agrícolas, fabricación de herramientas, granja y producción de alimentos agroecológicos”, señaló el coordinador.

Para Ramilo, “el objetivo de estas actividades es fortalecer espacios de formación y producción como una herramienta de inclusión que, además de contribuir con la socialización de los internos y aportar a disminuir el índice de reincidencia, permita incorporar variedad de alimentos sanos y frescos para toda la comunidad del penal”.

Por otra parte, según informaron desde la Subsecretaría de Asuntos Penitenciarios y Relaciones con el Poder Judicial, “el INTA es un socio estratégico en materia de formación agropecuaria”. Desde esa área, se coordinan las acciones y programas nacionales y provinciales “relacionadas con la reinserción social de los internos y egresados de los establecimientos penitenciarios y la integración social de aquellas personas sometidas a reglas de conducta de cumplimiento en el medio libre”, explicaron.

Con talleres y capacitaciones, ProHuerta siembra esperanza en las cárceles

Alimentos saludables

En la vida diaria de los internos de los penales, las huertas y la producción de alimentos agroecológicos cumplen también otro rol: abastecer el consumo dentro de las penitenciarías, como sucede en la Unidad Penal 15 de Batán.

“Hoy se cubre entre un 30 y 40 % de los 370 kilos diarios que se consume. Los invernaderos que se construyeron en el marco de los proyectos especiales son los que van a permitir dar el salto productivo, en particular con la cosecha de tomates, pimientos y berenjenas, y esto aumentará el volumen”, explicó Mauricio Navarro, técnico de la Agencia de Extensión Rural del  INTA en Mar del Plata.

En esa unidad, el ProHuerta trabaja junto con más de 40 internos en doce huertas que producen unos 150 kilos de verdura diaria. Además, entre los proyectos que se están trabajando en el Penal de Batán, está la clonación por especie y micro-especie y como gran logro ya hay más de 400 metros cuadrados de cultivo bajo riego por goteo y por aspersión.

“Lo que más me gusta es trabajar la tierra y ver sus resultados y los frutos que nos da. Saber que se puede conseguir la comida con el sudor de la frente y con la atención que se merecen las plantas”, explicó Patricio, interno del Penal de Batán. A su lado, su compañero Carlos valoró la importancia de formarse en un nuevo oficio. “Ya aprendí muchas cosas, como sembrar la tierra, armar invernáculos, conocer las estaciones de siembra y cosecha de verduras. Y el orgullo y el placer de decir: ‘esto lo hice yo y hoy lo podemos consumir todos’, facilitando a otras personas a que puedan comer alimentos que producimos nosotros”.

En la Unidad 16 de Junín, el taller que forma a los internos sobre armado y organización de huertas orgánicas se dicta todos los miércoles por la tarde, de la mano de Luis Fernández, responsable del programa ProHuerta en esa localidad. Es él quien se encarga de enseñar a los internos a través de láminas, textos, charlas grupales y soportes tecnológicos. Durante la semana, los internos continúan con las tareas de riego, planificación de huerta y siembra.

Un poco más al sur de la provincia de Buenos Aires, en Olavarría, desde hace más dos años técnicos locales del ProHuerta trabajan en conjunto con las autoridades de la Unidad Penitenciaria N° 27 de Sierra Chica, en la capacitación de los internos para la creación de una huerta, un monte frutal y la producción de huevos. Hoy ya son más de los 20 internos que se encargan de los almácigos de tomates, pepinos, berenjenas, lechugas, acelgas y morrones, entre otras hortalizas.

El fin del camino de la formación profesional permanente de los internos es que se disminuya el índice de reincidencia. Una forma concreta es la capacitación que se brinda mediante estos talleres, sostenidos en aspectos agropecuarios como herramienta de inclusión social. “En ese sentido”, explicaron desde el Ministerio de Justicia.

Eduardo Ezcurdia, director del centro regional del INTA en la región sur de Buenos Aires y coordinador de las actividades del instituto con el gobierno provincial, destacó el caso de la Unidad 18 de Gorina –en la ciudad bonaerense de La Plata–, como ejemplo de esa articulación. Allí, explicó, se realizarán tareas de horticultura intensiva y extensiva en la chacra de la unidad. “Estaríamos articulando con dos ministerios, si sumamos al de Justicia, e involucraría a algunos internos de la unidad que tienen un régimen penitenciario de salidas más abierto”.

A su vez, se refirió al caso del complejo penitenciario de General Alvear, que tiene una extensión de 500 hectáreas y cuenta con un tambo y una fábrica de quesos. En esa unidad, además de continuar con las actividades del ProHuerta y de sus proyectos especiales, “el INTA elevará una propuesta para mejorar el tambo, la elaboración de quesos y productos lácteos, además de proponer otras actividades productivas que podrían realizarse con los internos para, además de abastecer de alimentos, generar un excedente de producción”, explicó Ezcurdia.

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