Gustavo Ferraris, especialista en fertilización y manejo de cultivos del INTA Pergamino –Buenos Aires– indicó que, “mantener elevados los niveles de fósforo –P– en el suelo consiguen incrementar y estabilizar los rendimientos y la rentabilidad de una secuencia de cultivos”.

Experiencias de larga duración demostraron que la fertilización fosfatada tiene un efecto acumulativo “y permite incrementar los rendimientos en un 41 % con relación a un testigo sin fertilizar”, señaló Ferraris.

Ensayos realizados en el centro, Norte y Oeste de Buenos Aires y extremo Sur de Santa Fe, “el cultivo de trigo respondió al agregado de P incrementando hasta un 20 % sus rendimientos”, dijo Ferraris. Sin embargo, en el caso del maíz “se determinó una respuesta media del 10 % de incremento en los rindes”. Y comparó: “La soja es quizás el que presenta menor respuesta a la fertilización fosforada, oscilando entre un 5 a 10 %, según el nivel inicial en el suelo”.   “Como alternativa y complemento de fuentes tradicionales de nutrientes, el fósforo soluble, surge como una valiosa herramienta para mejorar parámetros físicos y químicos del suelo, e incrementar los rendimientos”, expresó Ferraris.

En función a las variantes desarrolladas para maximizar la eficiencia de uso y el beneficio económico con este nutriente, el especialista destacó que “la mayor respuesta en el mediano plazo se obtiene incrementando las cantidades aportadas y mejorando el balance a lo largo del tiempo”.

Con respecto a la residualidad hacia los cultivos subsiguientes, Ferraris la consideró “elevada” ya que “posee baja movilidad en el suelo y eficiencia de absorción por los vegetales”. En este sentido recomendó “realizar monitoreos del suelo, de los rendimientos y de los costos económicos y ambientales, ya que se trata de un proceso a largo plazo”.

El análisis de fósforo en suelo es un indicador válido y una herramienta útil para identificar situaciones iniciales de deficiencia y predecir la expectativa de respuesta a la fertilización.