Innovar en red | 25 de junio de 2025

Articulación que acelera la llegada de la tecnología al campo

En los últimos 25 años, los rindes del maní en Córdoba se duplicaron. Pasaron de 2000 kilos por hectárea en caja a superar los 4000. Este avance fue resultado del trabajo conjunto entre el INTA y empresas como AGD, que lograron llevar el conocimiento técnico desde los laboratorios al lote. Detalles de un modelo que busca potenciar al sector productivo.

  • 0

Con un enfoque territorial y colaborativo, el INTA impulsa un modelo de innovación basado en redes entre actores públicos y privados. Este esquema de articulación permite responder a las necesidades del sector productivo, orientar la investigación hacia demandas reales y acelerar la transferencia tecnológica al campo. En los últimos 25 años, los rindes del maní en Córdoba se duplicaron y pasaron de 2000 a más de 4000 kilos por hectárea. Este avance es el resultado del trabajo conjunto entre el INTA y empresas como AGD.

“Trabajamos con un modelo interactivo de innovación que nos permite vincularnos con empresas chicas, medianas y grandes. El INTA es una institución de servicio, y ese servicio se canaliza a través de convenios de colaboración técnica”, explicó Juan Cruz Molina Hafford, director del Centro Regional Córdoba del INTA.

En ese entramado de relaciones, el INTA también puede pensarse en términos empresariales, en el sentido de que emprende junto a otros. “Como empresa del Estado, contribuimos con esta energía del conocimiento que se transforma en soluciones”, definió.

En los últimos 25 años, los rindes del maní en Córdoba se duplicaron gracias al trabajo conjunto entre el INTA y empresas como AGD. “Eso no fue casualidad, es producto de una actividad público-privada bien gestionada”, aseguró Carlos Alberto Marescalchi, gerente de Producción Agropecuaria de AGD.

El vínculo entre AGD y la Agencia de Extensión Rural INTA General Cabrera comenzó a fines de los años 80 a través del especialista Ricardo Pedelini, cuando el cultivo se enfrentaba las enfermedades del suelo —Sclerotium rolfsii, Sclerotinia spp. y Fusarium spp.— que prácticamente lo habían hecho desaparecer. En ese contexto, AGD y el INTA Cabrera iniciaron un trabajo exploratorio con el objetivo de recuperar la productividad.

Mientras desde el INTA se estudiaban las enfermedades, AGD y el INTA General Cabrera demostraron que con rotaciones largas y labranza mínima se podía convivir con las enfermedades. El enfoque permitió desarrollar tecnologías de procesos de costo cero, que se fueron consolidando con el tiempo. Este fue el inicio de un camino más amplio. A partir de los convenios de vinculación tecnológica, AGD participó activamente en el desarrollo de nuevas variedades. 

El trabajo conjunto se fortaleció con un lote demostrativo en el INTA Manfredi, donde los equipos científicos realizan cruzamientos y multiplicaciones y evalúan diferentes tecnologías. “Sumamos unas 40 hectáreas donde se pueden desarrollar los ensayos. Ya llevamos cuatro años de trabajo con resultados muy interesantes”, señaló Marescalchi.

La articulación público-privada también abarcó la mecanización agrícola. En conjunto se modificaron los sistemas de siembra, arrancado y trilla. “El maní tiene los frutos bajo tierra. Primero se arranca la planta y se la deja orear entre 7 y 15 días. Después se hace la trilla con la cosechadora”, explicó.

Además, a partir de investigaciones, se compararon los factores abióticos, como temperatura y radiación, y se determinó que nuestra región recibe más energía por el largo de los ciclos. “A partir de este trabajo el equipo de AGD adoptó un sistema de arrancado profesional, midiendo la madurez de las cajas, lo que permitió atrasar la cosecha de 150 a 170-180 días. Con un buen control sanitario y de malezas, y una siembra adecuada, logramos rinde de 8000 kilos por hectárea”, afirmó.

Finalmente, subrayó la importancia del maní como motor económico regional. “Desde la producción hasta la exportación, el maní genera valor y empleo”, concluyó.

También puede interesarte