16 de octubre de 2014

La citricultura argentina se enfrenta a su peor enemigo

El INTA y el Senasa, desde el Ministerio de Agricultura de la Nación, intensificaron el monitoreo y la prevención de esta plaga, tras la detección de un caso positivo en Corrientes. Las provincias del NEA en alerta.

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Más de U$S 1.000 millones anuales y 120 mil puestos de trabajo del sector citrícola argentino están en riesgo por el avance del Huanglongbing (HLB), la enfermedad más destructiva de los cítricos a escala mundial y que, hasta el momento, no tiene cura.

Coordinados por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y con el apoyo de las provincias citrícolas, los especialistas del INTA y del Senasa trabajan en la prevención de la enfermedad desde 2009, cuando se implementó el Programa Nacional de Prevención del HLB –ratificado por la Ley 26.888–.

De acuerdo con Carlos Casamiquela, ministro de Agricultura de la Nación, desde el Senasa se intensificaron las tareas de control para prevenir la expansión del HLB. Por esto, “es necesario seguir contando con el apoyo y la fuerte colaboración de las provincias, especialmente en el NEA, para su control”, señaló.

Si bien la Argentina permanece libre de HLB, de acuerdo con Diego Quiroga, director nacional de Protección Vegetal del Senasa, “el peligro potencial es muy alto y nuestro país atraviesa una situación muy delicada”.

Hasta el momento se han monitoreado 90 mil predios y se analizaron más de 17 mil muestras de diaphorina citri, el insecto vector que transmite el HLB. En julio de este año, el Senasa detectó un caso positivo en Mocoretá –Corrientes– y ejecutó de inmediato un plan para su erradicación, de modo que “la Argentina se mantiene libre de la enfermedad”, aseguró Quiroga.

La enfermedad es la más destructiva de los cítricos y muestra un preocupante avance en el continente americano: ya se extendió en Brasil, México, Paraguay, los Estados Unidos y Centroamérica, con graves consecuencias económicas y sociales. Su detección obliga a la eliminación de la plantación sin posibilidades de recuperación debido al fácil contagio.

En esa línea, Quiroga explicó que “la plaga está muy extendida en importantes superficies de Paraguay y Brasil”, por lo cual subrayó la necesidad de “redoblar los esfuerzos para mantener a la enfermedad ausente en el país, mediante la prevención”.

Según la reglamentación del Senasa, para la comercialización y el tránsito de cítricos se debe contar con la guía fitosanitaria de tránsito de frutas cítricas y la autorización de la Dirección de Frutas y Hortalizas para ser trasladadas fuera de la zona de producción sin haber sido procesadas. “En aquellos casos en que el transportista no pueda acreditar que la mercadería proviene de una planta de empaque habilitada, se labra el acta correspondiente y la carga debe volver a su origen”, expresó el directivo del Senasa.

En la Argentina, con más de 130 mil hectáreas de cítricos, 20 plantas industriales, 552 plantas de empaque y más de 450 mil toneladas exportadas, la enfermedad podría traer consecuencias muy graves si llegara a instalarse. Por esto Quiroga llamó a “aumentar la concientización del sector productivo y del público en general”, a fin de evitar que ingresen al país plantas sin autorización oficial y que sólo se utilice material certificado y producido acorde a las normativas vigentes, que establecen producir en viveros bajo cubierta con mallas anti-insectos.

Hasta el momento se han monitoreado 90 mil predios y se analizaron más de 17 mil muestras de diaphorina citri, el insecto vector que transmite el HLB.

Único en el mundo

Con el Programa Nacional de Prevención del HLB, del que se deriva la corresponsabilidad del Ministerio de Agricultura y de las provincias, la Argentina se destaca por contar con una herramienta única en el mundo para prevenir esta enfermedad. Así, se involucra el accionar conjunto y coordinado de instituciones públicas y privadas como el Senasa, el INTA y el INASE, la Estación Experimental Obispo Colombres de Tucumán (EEOC), los gobiernos de las provincias citrícolas, asociaciones y cámaras de productores y exportadores de citrus.

El programa incluye un sistema de vigilancia para la detección precoz en toda la superficie citrícola del país, acciones de fiscalización y control en rutas y en pasos fronterizos, campañas de difusión y concientización y actividades de capacitación. El trabajo se basa en un sistema técnico científico en el que el INTA y la EEOC investigan en la prevención y el control del insecto vector, al tiempo que aportan sus laboratorios para el análisis de todas las muestras del sistema de vigilancia.

Prevenir es una responsabilidad de todos

Por tratarse de una enfermedad, hasta el momento, incurable la prevención resulta primordial. En este sentido, Rubén Díaz Vélez, coordinador del Programa Frutales del INTA Concordia –Entre Ríos– afirmó que es necesario “tomar conciencia para asegurar la sanidad de sus cultivos” y destacó la importancia de “utilizar material de origen conocido y adquirido en viveros certificados, tanto por Senasa como por el Instituto Nacional de Semillas (Inase)”.

Esta amenaza al sector productivo, una vez detectada, obliga a erradicar –arrancar de raíz– la planta afectada y destruirla, sin posibilidad alguna de salvarla. Los árboles enfermos producen frutos amargos, incomibles y deformes hasta que mueren.

En cuanto a la sintomatología de la enfermedad, Díaz Vélez explicó que la mayor dificultad radica en que las primeras señales –hojas moteadas y brotes amarillentos–tardan hasta dos años en notarse en las plantas y, aun así, pueden ser confundidos con otras propias de los cítricos.

Por esto, “la única forma de diagnosticarla fehacientemente es mediante un análisis de laboratorio”, afirmó el técnico del INTA quien además, agregó que los centros del INTA habilitados en la región para la detección inmediata están ubicados en Montecarlo –Misiones–, Bella Vista –Corrientes– y Concordia –Entre Ríos–.

“Es importante la capacitación porque la detección del psílido o chicharrita que transmite la enfermedad, no es sencilla”, concluyó Díaz Vélez.

Para evitar que la enfermedad ingrese al país, la recomendación es que sólo se utilice material certificado y producido en viveros bajo cubierta con mallas anti-insectos.

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