La ganadería de pastizal gana terreno en el Cono Sur
Estrategias de gestión ambiental y económica mejoran la productividad de carne por hectárea y conservan la biodiversidad.
Aunque a simple vista conservación y producción parecen conceptos antagónicos, manejados con eficiencia permiten lograr más carne de calidad y resguardar el hábitat de especies silvestres. El INTA, junto con Aves Argentinas y la Fundación Vida Silvestre, proponen prácticas productivas que demuestran la factibilidad del equilibrio entre ambiente, equidad social y producción.
De hecho, los campos naturales aportan más del 80% de la base forrajera para ganadería. Con técnicas de manejo como el descanso del lote, mejora la oferta de pasto y se aporta sustentabilidad debido a la alta cantidad de especies vegetales, especialmente de gramíneas, que crecen durante todo el año.
“Es posible la coexistencia entre la producción ganadera y la conservación de la biodiversidad”, aseguró María Elena Zaccagnini, coordinadora del área estratégica Gestión ambiental del INTA. En esta línea, se refirió a los casos que lograron tener ecosistemas de bajo impacto y de máxima calidad en la producción.
Esta temática reunirá, del 27 al 29 de octubre, a un amplio grupo de productores ganaderos y técnicos conservacionistas en el Encuentro de Ganaderos de Pastizales del Cono Sur de Sudamérica, que tendrá lugar en Lavra do Sul –Brasil–. Realizado por quinto año consecutivo con el impulso de la Alianza del Pastizal, el INTA y Aves Argentinas, en el marco de su Programa Pastizales, durante este encuentro se construirá un índice de sustentabilidad y se debatirán los avances en la certificación de carnes de pastizales.
Los pastizales y sabanas del Cono Sur de Sudamérica, también denominadas Pampas, poseen una valiosa diversidad biológica, económica y cultural. Desde el Programa Pastizales de Aves Argentinas se desarrollan gestiones y tareas de campo para promover “la ganadería de calidad basada en un uso sustentable de los pastizales naturales y la conservación de su biodiversidad”.
Gustavo Marino, el coordinador del programa pastizales de Aves Argentinas, destacó la importancia que tienen la ecología y la economía de los pastizales: “Un quinto de las aves que viven en el pastizal tienen amenaza de extinción. El productor tiene un rol fundamental en la conservación de los refugios debido a que estos ambientes son el capital natural sobre el que se sostiene la ganadería”.
Para Guillermo Stamatti, coordinador de la iniciativa para la conservación de los pastizales del Cono Sur de América de Aves Argentinas, los pastizales son tan generosos que, ante buenas prácticas de manejo, responden con una mayor productividad de los pastos. El control del pastoreo y el enriquecimiento con especies valiosas, así como el buen manejo de los excedentes hídricos y del fuego son técnicas claves.
La aplicación de técnicas sencillas y económicas permitió mejoras en la carga animal y en la productividad de carne por hectárea, señaló Stamatti. Además, incrementó la cantidad de pasto con mejoras complementarias de las especies forrajeras naturales de más alta calidad.
Para lograrlo, explicó Zaccagnini, existen estrategias de gestión ambiental de producción mediante la conservación de los sistemas naturales sobre los que se apoya la actividad ganadera: “La idea es producir con bajos insumos externos para no generar impacto sobre los sistemas, conservando los atributos del ecosistema, garantizando su correcto funcionamiento y características naturales”.
Por otro lado, la biodiversidad propia de los pastizales aporta seguridad al productor. La selectividad del animal hace que disminuya a lo largo del tiempo la presencia de especies de alta calidad. El productor debe estar alerta cuando llega el momento oportuno de abrir o cerrar tranqueras para permitir un descanso del pastizal.
De este modo, ordenar la actividad tiene muchos beneficios: “Desde la obtención de sellos de calidad para la carne producida bajo estos sistemas, conservación de la estructura y configuración paisajística hasta el bienestar animal de todos los seres que participan del ecosistema”, detalló la coordinadora del INTA.
Infografía: C. Del Águila