Fertilización: apuntes para potenciar el rinde del trigo
En dosis optimas, el nitrógeno y el fósforo permiten alcanzar los 4000 kilos por hectáreas, en Entre Ríos. Especialistas del INTA Paraná recomiendan prestar especial atención al análisis de suelos, como herramienta estratégica para ajustar las aplicaciones de ambos nutrientes.
Para determinar cuánto, cuándo y cómo se deben aplicar los nutrientes necesarios para el óptimo desarrollo del cultivo, es necesario evaluar las condiciones de fertilidad del lote. Para eso, el análisis de suelos es una de las herramientas de diagnóstico más difundida y utilizada, debido a que permite conocer la disponibilidad de nutrientes antes de la siembra. Por esto, especialistas del INTA Paraná –Entre Ríos– recomiendan prestar especial atención a las dosis optimas de nitrógeno y fósforo necesarias para alcanzar hasta 4000 kilos por hectáreas de trigo.
“El análisis de suelos es una herramienta de diagnóstico sencilla y de fácil interpretación, siendo muy adecuada para ajustar la nutrición nitrogenada, fosfatada y potásica en el cultivo de trigo”, explicó Ricardo Melchiori, especialista en cultivos del INTA Paraná.
Un adecuado diagnóstico de fertilidad busca dar respuesta a la pregunta sobre si es suficiente el nivel de nutrientes del suelo para abastecer un determinado rendimiento del cultivo a implantar. Las deficiencias nutricionales limitan el rendimiento alcanzable cada año, la magnitud de la deficiencia es la que definirá el efecto de dicho nutriente sobre el rendimiento.
En el caso del trigo, Melchiori puso el foco en el nitrógeno: “Es el nutriente que generalmente más limita la producción. En Entre Ríos, la determinación de la concentración de nitratos en los primeros 20 centímetros del suelo ha demostrado ser un buen indicador de su disponibilidad, sin necesidad de mediciones a mayores profundidades”.
El enfoque más utilizado para realizar las recomendaciones de fertilización con nitrógeno (N) se basa en relacionar el rendimiento del grano con la disponibilidad inicial en el suelo, determinando la concentración de N de nitrato (N-NO3-), y el N añadido como fertilizante.
Ensayos realizados en el campo experimental del INTA Paraná ayudaron a ajustar el umbral de nitrógeno recomendado para la región. “Observamos que 100 kilos por hectárea de nitrógeno añadido a una profundidad de 20 centímetros, es posible alcanzar un rendimiento de alrededor de 3500 a 4000 kilos de trigo por hectárea”, puntualizó el especialista del INTA.
De todos modos, Juan Manuel Pautasso, jefe de la Agencia de Extensión Rural Diamante del INTA, señaló que “el factor del ambiente que mayor impacto tiene en el rendimiento del trigo en nuestra región es la disponibilidad de agua en el perfil del suelo al momento de la siembra, cuya recarga depende fundamentalmente de las lluvias otoñales”. Y agregó: “Por esto, el método propuesto consiste en definir el rendimiento alcanzable a partir de la información de las lluvias acumuladas entre febrero y mayo”.
“Como recomendación general, es importante tener en cuenta el momento de fertilización, debido a que lo ideal, en años promedio, es aplicarlo a la siembra o lo más cercano a ella, ya que en general durante el invierno las lluvias son más escasas”, expresó Pautasso quien aclaró que realizar un diagnóstico de fertilidad y ajustar las dosis de fertilizantes no significa incrementar significativamente el uso de estos fertilizantes, sino reasignarlos según diagnóstico.
Análisis de suelos y fertilización
Durante las tres últimas campañas (2018/19; 2019/20 y 2020/21) junto con un grupo de productores y la Cámara Arbitral de Cereales de Entre Ríos, la Agencia de Extensión Rural Diamante aplicó las recomendaciones de diagnóstico y fertilización a escala de lote mediante ensayos en franjas.
“Mediante esta metodología se evaluaron un total de 44 lotes, distribuidos en los departamentos Paraná, Diamante, Nogoyá y Victoria. Los productores que colaboraron estos años lograron producciones por encima del promedio departamental, un 14 % más”, manifestó Pautasso y explicó: “La utilización de un modelo de fertilización sustentado en un diagnóstico de fertilidad, como el análisis de suelos, incrementó el rendimiento otro 8 %, en comparación con el obtenido por los productores que colaboraron con la experiencia”.
Respecto al fósforo, ambos especialistas del INTA coincidieron en que es el segundo nutriente que limita la producción y que, además, si está en niveles deficientes condiciona la respuesta a la fertilización nitrogenada.
“Para este nutriente, en general, no se encontraron diferencias entre fuentes y en aplicaciones al momento de la siembra o un tiempo antes, ya sea al voleo en superficie o en bandas a la siembra”, indicó Melchiori.