El sur argentino observará la desertificación
Con apoyo del INTA, llega un Observatorio Nacional de la Desertificación para monitorear la degradación de la tierra en distintas regiones del país.
La ciudad de Bariloche, en la Patagonia argentina, integrará próximamente el observatorio nacional de desertificación, impulsado por el INTA y otros organismos integrantes del Proyecto Evaluación de la Degradación de Tierras en Zonas Áridas (LADA).
El observatorio permitirá que los organismos del Estado identifiquen y difundan buenas prácticas agroambientales, un factor de suma importancia en el país, ya que el 75% del territorio nacional –que hospeda al 30% de la población– representa la mayor superficie árida, semiárida y subhúmeda seca de América latina.
La iniciativa, en el marco del Fondo Global para el Ambiente (GEF, según sus siglas en inglés) y del LADA, apunta a establecer cómo la desertificación amenaza a los habitantes de esas regiones y sistemas naturales. Donaldo Bran, del INTA Bariloche, señaló que “se trata de las primeras aproximaciones para la creación de un observatorio situado sobre una plataforma informática que permitirá reunir información sobre el tema” y que promoverá “la difusión de buenas prácticas” a partir de un protocolo de implementación.
En este sentido, la articulación de acciones del INTA junto a la Secretaría de Ambiente de la Nación, el Conicet, y las universidades nacionales de Buenos Aires y Córdoba, posibilitó avanzar en el observatorio agroambiental que contemplará acciones para identificar, adaptar y validar buenas prácticas y su posterior difusión.
Para Roberto Casas –director del Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA Castelar–, la desertificación representa “un problema ambiental y socio-económico que se desarrolla en condiciones climáticas severas por escasez de agua”.
La degradación de los recursos naturales en la Patagonia “con procesos de erosión del suelo, las alteraciones del tapiz herbáceo y del ciclo del agua, forman parte de un proceso más amplio de desertificación progresiva”, indicó Roberto Casas.
Asimismo, el impacto que ha tenido el pastoreo extensivo de lanares en estas zonas “ha sido la fuerza principal desencadenante del proceso de desertificación producido durante el siglo pasado, asociado a las condiciones climáticas restrictivas de la región”, afirmó Casas.
Según este investigador, otras actividades del hombre como la petrolera y la minería han contribuido negativamente a incrementar los procesos de erosión y contaminación en la región. También “el desmonte de los bosques secos, el sobrepastoreo y uso del fuego han producido la degradación de los recursos naturales, con activación de los procesos de erosión hídrica y eólica, con pérdidas cuantiosas de la biodiversidad”, sentenció Casas.
La desertificación, según especifica el LADA, es reconocida como el agravamiento de las condiciones de aridez originado por la acción del hombre y que, también, puede deberse a la pérdida de vegetación, lo cual deja al suelo desprotegido y más expuesto de la erosión provocada por el viento y el agua.
Desde el LADA –que también se llevó a cabo en Cuba, China, Túnez, Senegal y Sudáfrica a diferentes escalas–, se realizaron en la Argentina cinco experiencias piloto en regiones de la Puna, Jujuy; los Valles Áridos, Catamarca, Tucumán y Salta; Centro Oeste, Mendoza; Chaco Semiárido y Árido, La Rioja; y Patagonia, Chubut y Río Negro. Estas medidas involucraron a tierras áridas que aportan el 50% del valor de la producción agrícola y el 47% de la ganadera, pero sufren procesos constantes de degradación que afectan a 60 millones de hectáreas, a las que se agregan 650 mil hectáreas cada año en distintos grados de erosión.
Prorrogado por seis meses más en Argentina, el LADA es financiado principalmente por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). La implementación y ejecución global del proyecto están a cargo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).