Tierra del Fuego | 03 de noviembre de 2020

Castores: cómo manejar una plaga que afecta la biodiversidad

Un estudio realizado por investigadores del INTA y del Conicet, junto con universidades y organismos nacionales e internacionales, evaluó diferentes técnicas de trampeo para su erradicación. Se trata de una plaga que impacta en la actividad productiva de la región.

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En la actualidad, se estima que hay más de 100.000 castores dispersos en la Patagonia. Traídos desde Canadá con el objetivo de desarrollar una industria peletera, es una especie que se introdujo en 1946 en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Durante 30 años estuvo vedada la caza de castor en la isla para proteger a la población recién formada y, posteriormente, hubo muy poco interés en desarrollar esta actividad.

“Los castores, que en esta nueva tierra no contaban con ningún enemigo natural (ni depredadores ni competidores), incrementaron notablemente su población y se expandieron más allá del ambiente donde fueron liberados”, explicó Pablo Jusim, del Centro Austral de Investigaciones Científicas –CONICET–. Y agregó: “Se expandieron no sólo en el área boscosa de la isla, tanto en el lado argentino como en el chileno, sino que también ocuparon la estepa, donde se asientan los campos ganaderos”.

De acuerdo con el investigador, algunos castores lograron cruzar cuerpos de agua salada y establecerse en la mayor parte del archipiélago fueguino e incluso el extremo sur del continente, en Chile. Asimismo, “se ha estimado que las poblaciones de castores podrían incluso expandirse hasta el norte de la provincia de Neuquén”.

Los castores son roedores estrictamente herbívoros que se alimentan principalmente de la corteza de los árboles. Habitan en madrigueras que construyen en estanques que ellos mismos generan al hacer diques en los ríos. Tanto para comer como para conseguir material para sus construcciones talan gran cantidad de árboles, los que se suman a los árboles y otras plantas que mueren ahogados al inundar el área.

Se calcula que solamente en el bosque fueguino hay inundados 40 kilómetros cuadrados (equivalente a el área que comprende el partido de Tres de Febrero, en Buenos Aires). “Estos son los impactos más visibles en la modificación del paisaje, producto de la actividad del castor, pero también se suman la contaminación de los ríos que abastecen las ciudades, la inundación de campos de pastoreo y el beneficio que traen a otras especies exóticas invasoras como los visones”, indicó Andrea Goijman, investigadora del Instituto de Recursos Biológicos del INTA.

Por esta razón, en el año 2007 se realizó un estudio con especialistas internacionales en el que se determinó que era posible erradicar al castor de la Patagonia y, en 2008, se firmó un acuerdo con Chile para la restauración ambiental a través de la erradicación de esta especie en ambos países. En ese estudio se recomendó llevar a cabo pruebas piloto con un objetivo doble: por un lado, capacitar tanto a tramperos como a gestores, y por otro, resolver cuestiones técnicas antes de la erradicación definitiva.

Un estudio recientemente publicado en la revista Biological Invasions aborda el análisis de una prueba piloto de erradicación de castores y determina qué variables están asociadas al éxito de captura de castores en una pequeña zona del bosque fueguino.

Del trabajo participaron además del INTA y CONICET, investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, el Instituto de Ciencias Polares, Ambiente y Recursos Naturales de Universidad Nacional de Tierra del Fuego, la Dirección General de Áreas Protegidas y Biodiversidad de Ushuaia, Tierra del Fuego, y la Wildlife Conservation Society.

La prueba piloto se llevó a cabo en la reserva provincial Corazón de la Isla, en el centro de la provincia de Tierra del Fuego, durante abril y mayo de 2014. Allí trabajaron tres parejas de tramperos, utilizando trampas de golpe y lazos.

“Los tramperos no solamente capturaban animales, sino que registraban cada trampa que colocaban, revisaban o retiraban y el resultado obtenido. Con estos datos se pudo hacer un análisis para determinar el esfuerzo que implicó la erradicación de los castores en un río de esa reserva”, explicó Jusim. Además, indicó que “se modeló el éxito de la captura con diferentes variables para ver cuáles son las que más afectan la posibilidad de capturar castores y se analizaron los diversos inconvenientes que surgieron durante las etapas de trampeo y análisis de datos”. Estos análisis permitieron pensar formas de evitar los inconvenientes y generar recomendaciones para futuros ensayos de erradicación del castor a mayor escala.

Los resultados del trampeo arrojaron que un total de 115 individuos fueron capturados mediante 590 noches-trampa con trampas de golpe y 265 noches-trampa con lazos, con una eficiencia general del 13,5 %. “Si bien este valor de eficiencia parece bajo y es de hecho más bajo que el obtenido en otros trabajos, hay que considerar que es más difícil capturar al último individuo en una colonia, lo que lleva a tener varias trampas colocadas el tiempo que sea necesario hasta lograr capturar a ese último individuo”, agregó Adrián Schiavini, director principal del proyecto.

Siguiendo a los investigadores, “esta experiencia permitió evaluar desde técnicas de trampeo hasta métodos estadísticos para analizar los datos”. Entre otras cosas, se averiguó que el uso de trampas de golpe fue más eficiente que los lazos, por lo que en general son más recomendables. Sin embargo, al ser los lazos mucho más livianos se los puede transportar en mayor cantidad hacia áreas aisladas.

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“Su uso es necesario en zonas en donde existe riesgo de capturar un animal nativo como el huillín, ya que con los lazos se lo podría liberar. Por otro lado, dentro de un dique las trampas se pueden colocar en varios sitios, obteniéndose distintos resultados”, puntualizó Goijman, y detalló que la colocación en toboganes (salidas del castor desde el estanque a tierra o a otro estanque río arriba) o en la salida de la madriguera aumenta la eficiencia de captura.

Entre otras recomendaciones, el estudio destaca: la necesidad de mejorar el sistema de recolección de datos a través de la tecnología digital (tabletas) y de utilizar GPS para indicar la ubicación de las operaciones; la importancia del tipo de trampa utilizada de acuerdo con los sitios específicos de la colonia; y probar estrategias alternativas de captura para reducir un posible aprendizaje de los animales. Por otra parte, recomendaron poner como meta para los cazadores un objetivo de erradicación en lugar del número de capturas y, asegurar la sostenibilidad política del programa más amplio.

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