23 de noviembre de 2011

El INTA impulsa el primer cluster quesero

Técnicos del organismo y productores ovinos desarrollan ensayos para mejorar la eficiencia en la producción de leche y así elaborar productos gourmet.

Es una feliz paradoja: Tierra del Fuego es conocida como el fin del mundo y sin embrago desde allí, de la mano del INTA,  llega la propuesta de un cluster que será el primero de la región. Se trata de reunir a productores ovinos para realizar quesos con leche de oveja.

Julio Mercado, presidente del Consejo Regional Patagonia Sur del INTA, explicó cuáles serán los objetivos del organismo para su consolidación. “La lechería es muy exigente en cuanto a recursos nutricionales, por lo que la producción de forrajes es la base el desarrollo de la actividad”.

El queso de oveja argentino “es un producto extremadamente competitivo”. Y los visitantes extranjeros serán el principal destinatario debido a que el corredor turístico –desde Puerto Madrin a Ushuaia– recibe alrededor de un  millón de excursionistas por año. “Aquí está dado el enorme potencial de una actividad competitiva aún incipiente como la de trabajar en quesos gourmet”, indicó el presidente del consejo regional.

En promedio, una oveja con genética nutricional y buen manejo produce 50 kilos de queso por año. “Apuntamos a formar una cuenca lechera con una sola planta elaboradora, que cuente con al menos 10 productores con 500 ovejas cada uno. De esta manera, llegaremos a cumplir con una oferta mensual cercana a los 5.000 kilogramos de queso”, estimó Mercado.

El impulsor de esta iniciativa recordó que su experiencia con el procesamiento de productos de ovejas comenzó hace casi 17 años, y los primeros cinco fueron de experimentación e investigación. “El gran desafío es la incorporación de productores de la región”.

Por esto, el INTA desarrolla junto con productores ovinos de Tierra del Fuego ensayos con el objetivo de mejorar la eficiencia en la producción de leche ovina. Entre las experiencias, se encuentra la fertilización de mallines, la evaluación de la composición botánica y el ensilado del pastizal natural.

Un lugar en el mundo

“Apostamos al arraigo de los productores, y para eso necesitamos definir un modelo de producción para la quesería”, expresó Mercado.

Mediante el trabajo y el enfoque en el territorio, el INTA ayuda a fortalecer a las familias y empresas productoras aportando al mejoramiento de los sistemas socio-productivos locales, la seguridad alimentaria, la productividad, la calidad, el agregado de valor y la diversificación.

“El desarrollo territorial es un proceso implementado por los actores del territorio, que procura vigorizar las capacidades locales y aprovechar los recursos propios y externos para consolidar el entramado socioinstitucional y el sistema económico-productivo local, con el propósito de mejorar la calidad de vida de esa comunidad”, expresó Julio Catullo, coordinador nacional de Transferencia y Extensión del INTA.

Así, se busca trabajar en el territorio con inclusión social para “integrar las economías regionales y locales a los mercados internos e internacionales, con generación de empleos e ingresos como una de las prioridades que se define en las propuestas institucionales”, precisó Catullo.

Mercado: “Apostamos al arraigo de los productores, y para eso necesitamos definir un modelo de producción para la quesería”.

El que guarda siempre tiene

Con un uso estratégico de los recursos forrajeros de mallines en la Patagonia Austral como reserva en épocas de déficit, es posible optimizar la oferta de alimento durante el año y aumentar la eficiencia de la producción de carne y leche por hectárea.

Víctor Utrilla, del área de producción animal del INTA Santa Cruz, puntualizó que el sistema de conservación de forrajes de mallines más utilizado es la henificación. Si bien la calidad del heno de pasto de vega no puede compararse con un heno de alfalfa, puede constituirse en un buen complemento.

“La recomendación –explicó Utrilla– es cortar y henificar el pasto para su posterior uso como reserva forrajera”. Para el técnico, suele generarse un excedente que, por estar inaccesible para la hacienda, no puede aprovecharse mediante pastoreo directo.

En esta línea, el desarrollo del ganado ovino puede potenciarse con una buena conservación forrajera de mallines –pastizales húmedos abundantes y de calidad–. La henificación permite cubrir el bache en la alimentación que se produce a principios de septiembre, coincidente con una época crítica para las ovejas de cría –el último tercio de gestación–, por lo que el uso de reservas forrajeras compensa la escasa oferta del pastizal natural.

De acuerdo con el técnico, el sistema productivo tiene de ese modo mayor estabilidad, “lo que se define como un seguro de producción”.

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