En Bandera, productores y técnicos avanzan contra las malezas
Con manejo integrado y énfasis en la sustentabilidad, evaluaron una serie de estrategias que controlaron especies tolerantes a herbicidas. Lo lograron en el marco del programa Sistema Chacra, que lleva adelante Aapresid junto con el INTA en diferentes puntos del país.
En una experiencia que lleva tres años, 10 empresas de Bandera –sudeste de Santiago del Estero– se unieron con una demanda común: controlar el avance de las malezas que asediaban a sus cultivos. Con el objetivo de encontrar una solución a la problemática, se adscribieron al Sistema Chacra, un programa llevado a cabo por técnicos de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), del INTA y de universidades. Juntos, construyeron un plan de acción e iniciaron trabajos de investigación para evaluar una serie de estrategias que permitieron controlar especies de malezas tolerantes a herbicidas.
Los resultados de esta experiencia serán presentados en el Congreso Aapresid, que se realiza desde hoy hasta viernes en Rosario.
“En Bandera y sus alrededores, las precipitaciones tienen un régimen de tipo monzónico, es decir, ocurren durante el semestre cálido –de octubre a marzo–”, explicó Salvador Prieto, especialista en ecofisiología de cultivos del INTA Santiago del Estero, que participa en el proyecto de la Chacra Aapresid Bandera que ocupa unas 90 mil hectáreas.
Como consecuencia de esta distribución de las precipitaciones, la agricultura extensiva de granos –principal actividad económica de la zona– se basa en los cultivos estivales soja y maíz y, en menor medida, girasol y sorgo. “En este contexto meteorológico y climático, la realización de cultivos invernales como trigo es muy esporádica, por lo cual los campos permanecen sin cultivos entre mayo y noviembre y esto genera un ambiente óptimo para la proliferación de las malezas”, remarcó el técnico.
Por su parte, Francisco Cosci –asesor técnico y responsable de la Chacra Bandera– indicó que tanto el desconocimiento de la biología de las malezas como el uso inadecuado de los productos químicos –en cuanto a dosis, rotación de principios activos y condiciones de aplicación– son causas que acentuaron la problemática. “La mirada muy simplista sobre el control de malezas –basada en control químico– provocó el desarrollo de tolerancias en las plantas, el aumento de las poblaciones y la pérdida de eficacia de los insumos”, observó.
Cosci también advirtió el impacto negativo ocasionado por la mala calidad y escasez de agua; los altos costos de arrendamiento y la falta de integración de herramientas de manejo.
Antes de iniciar las acciones en la chacra, el avance de las malezas sobre los cultivos causó mermas de rendimiento de hasta el 50 % en algunos lotes agrícolas. No obstante, más allá de las pérdidas de producción, “el aumento de los costos por control de malezas llevó a los productores a asociarse para conformar el proyecto”, aseguró Cosci, quien agregó: “Una vez puesto en marcha, comenzó a mirarse el sistema y a trabajarse en la implementación de estrategias que busquen un uso eficiente y sustentable de los recursos naturales”.
Entre las especies de malezas para control, se destacaron Gomphrena perennis, Borreria verticillata, Pappophorum caespitosum, Sorghum alepense, Chloris sp. y Trichloris sp.
Cosci destacó el potencial de incorporar cultivos de cobertura como centeno, avena, triticale, vicia, melilotus, entre otros. “Las rotaciones con cultivos de cobertura son una buena vía para solucionar muchos de los problemas de agricultura que hay en la zona”, dijo Cosci.
De hecho, un ensayo mostró mejoras de hasta un 15 % en los rindes de maíz antecedido con leguminosas en la rotación, en relación con un manejo convencional. Por su parte, en soja, “no hubo cambios significativos en los rendimientos, pero sí se registraron beneficios por disminución de costos para controlar la emergencia de malezas”, puntualizó Cosci.
En algunos casos, la planificación, sumada a la inclusión de cultivos de cobertura, permitió reducir la cantidad de insumos empleada: lotes que requerían un promedio de cuatro aplicaciones para control de malezas, sólo demandaron una o dos con las ventajas ambientales y económicas que supone este manejo.
“Las estrategias deben ser combinadas –químicas, mecánicas y culturales–, porque, entre todas, se logra aumentar la eficiencia del uso de los recursos”, resaltó Prieto. Este tipo de acciones comienza con el “conocimiento de la biología de las malezas y exigen una visión de sistema, en virtud de identificar las secuencias y rotaciones de cultivos que alcancen óptimos márgenes económicos y, a su vez, sean eficientes en el uso de los recursos naturales y en la competencia contra las malezas”, explicó el técnico del INTA.
Soluciones a demanda
Llevado a cabo por Aapresid junto con el INTA y la colaboración de otros actores como universidades, el Sistema Chacras ofrece una metodología de trabajo que facilita el vínculo entre productores que tienen una problemática local y un profesional responsable de la chacra junto con una mesa de expertos que aportan conocimientos específicos para contribuir a la resolución de la demanda.
“Lo más importante de este programa es la posibilidad de llevar la ciencia al campo; de este modo, vemos que el productor se siente dueño de los ensayos, participa y adopta la tecnología generada en los ambientes”, valoró Cosci.
Para el especialista de Aapresid, la iniciativa recibe “un apoyo muy bueno del INTA, a través de la provisión de información y asistencia en la generación de los protocolos de trabajo necesarios para realizar los ensayos y de informes de evaluación”. En el proyecto, colaboran las unidades del instituto ubicadas en Santiago del Estero, Quimilí y Bandera y la Facultad de Agronomía y Agroindustrias de la Universidad Nacional de Santiago del Estero.
Desde el punto de vista técnico, el INTA promovió fuertemente el uso de los cultivos de cobertura, que ayudan al control cultural de las malezas. “Son cultivos que no se realizan con fines de cosecha y renta, sino que están asociados a aportes de materia orgánica para evitar el deterioro del suelo y promover la conservación del agua; como objetivo secundario, también provocan depresión en la emergencia de malezas”, apuntó Prieto.
De acuerdo con el especialista, experiencias a campo señalan que, según el banco de semillas –cantidad de semillas de malezas presentes en el suelo–, “cultivos de cobertura con buen crecimiento pueden reducir hasta el 100 % de la emergencia en otoño-invierno y hasta un 50 % durante la primavera”.
Para Prieto, “este tipo de programas ayuda a extensionistas e investigadores a conocer las problemáticas reales de empresas y productores, es decir, las demandas que necesitan resolver en lo inmediato y es un gran insumo para priorizar las líneas de investigación que trabajamos desde el instituto”.