01 de julio de 2013

Tecnología argentina mejora el acceso al agua en Haití

El programa ProHuerta, que actúa en ese país centroamericano desde 2005, participa de la construcción de 316 cisternas y 98 pozos para extraer agua. Mejores condiciones para consumo, riego y calidad sanitaria.

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A mil quinientos metros sobre el nivel del mar y unos diez kilómetros al sudeste de Puerto Príncipe, la capital de Haití, está la ciudad de Kenscoff. En esa localidad, como en el resto del país, la dificultad para acceder es uno de los mayores problemas que afectan a la producción agropecuaria y a la calidad de vida de los pobladores. En ese contexto, un equipo de especialistas del programa ProHuerta –que comparten el INTA y el Ministerio de Desarrollo Social de de la Nación– viajó hacia allá para trabajar con distintos actores locales para realizar obras de captación y extracción de agua.

En total, el proyecto prevé construir 316 cisternas para la captación de agua de lluvia en los techos y 98 pozos calzados, con sus respectivas bombas de soga de extracción. Además, incluye obras de captación de agua de vertientes en Kenscoff y en otras localidades.

“Estas jornadas de trabajo nos permitieron interactuar con distintos actores en cada localidad, acordar criterios para la construcción de cisternas para acumular a partir de la captación de una vertiente, realizar seguimientos de los sistemas de recolección de agua de lluvia y del funcionamiento de las bombas de soga ya instaladas”, dijo David Arias Paz, coordinador de la misión argentina de agua en Haití. De ese equipo participan otros cuatro técnicos del INTA y del Ministerio de Desarrollo Social: José García, Mario Bassán Nickish, Diego Ramilo y Sofía Arri, junto con Jackinton Jean, referente técnico local del componente agua en ProHuerta Haití.

El proyecto prevé construir 316 cisternas para la captación de agua de lluvia en los techos y 98 pozos calzados, con sus respectivas bombas de soga de extracción.

Arias Paz también explicó que “se brindó asistencia técnica para el manejo de instrumental de medición de parámetros de calidad de las fuentes de agua y se acordaron criterios para la colocación de pluviómetros y registro de datos en distintas regiones”.

En Haití, el 80% de sus diez millones de habitantes se encuentra en situación de pobreza extrema. Sólo el 51% de la población rural tiene acceso al agua potable y menos del 10% accede al riego. Desde 2005, especialistas del programa ProHuerta trabajan en ese país junto a un equipo de técnicos locales. Aportan conocimientos, asistencia técnica e insumos estratégicos.

Actualmente, el programa acompaña a más de 19.000 familias, 87 escuelas y 72 grupos comunitarios, que llevan adelante producción de hortalizas en pequeña escala con enfoque agroecológico y a casi 5.000 familias que iniciaron la cría de aves de corral. “Estas acciones se sostienen en el territorio gracias a una red de más de 2.600 promotores de las propias comunidades y con la participación de 600 organizaciones locales”, agregó Arias Paz.

Estas actividades se enmarcan en el proyecto “Autoproducción de alimentos frescos: ProHuerta Haití”, que incluye componentes de huerta y granja, herramientas y tecnologías apropiadas, acceso al agua y producción de semillas. Las acciones se llevaron adelante con el apoyo del Fondo Argentino de Cooperación Sur-Sur y el Triangular (FO-AR) de la Cancillería Argentina en el marco del proyecto que se lleva a cabo junto con el gobierno de Haití y la Cooperación Canadiense.

“En general, las familias destacan del proyecto el acceso a nuevos alimentos, como hortalizas y huevos, para su comida diaria y que además pueden producir ellos mismos”, dijo Arias Paz

Este conjunto de acciones favorecerán mejores condiciones de acceso al agua, para consumo humano y riego, en mayor cantidad y con mejor calidad sanitaria para las comunidades haitianas que forman parte del proyecto. “Miles de familias de Haití pueden producir alimentos frescos para fortalecer su seguridad alimentaria y mejorar el acceso a fuentes de agua segura”, expresó el coordinador.

De acuerdo con Arias Paz, “en general, las familias destacan del proyecto el acceso a nuevos alimentos, como hortalizas y huevos, para su comida diaria y que además pueden producir ellos mismos”. Del mismo modo, enfatizan “las capacitaciones y asistencia técnica que reciben, lo que fortalece el rol del promotor voluntario, porque ven en la capacitación una herramienta indispensable para la apropiación y continuidad de la producción de alimentos a pequeña escala, aún sin financiamiento de organismos internacionales”, detalló.

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