02 de mayo de 2012

Inteligencia artificial para invernaderos

Investigadores del INTA Castelar –Buenos Aires– diseñaron un sistema autónomo para cultivos bajo cobertura que protege la salud de los operarios. Detalles del prototipo.

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El Instituto de Ingeniería Rural del INTA Castelar presentó en la megamuestra del organismo, realizada en Cerrillos –Salta–, al robot Trakür –que significa niebla en Mapuche–. Un prototipo desarrollado para el control de plagas en cultivos bajo cobertura que protege la salud de los operarios  ya que “reduce la exposición humana a los agroquímicos”, explicó Gerardo Masiá uno de sus diseñadores.

En los invernaderos existe un ambiente controlado y las aplicaciones requieren dispositivos de bajo costo que permitan su rápida difusión y adopción. “Esta tecnología está destinada a proteger la salud del operario mediante la reducción de su exposición a las aplicaciones en espacios confinados”, expresó Masiá, del Laboratorio de protección de cultivos y control ambiental de Castelar.

“Este es un aporte para mejorar la eficiencia en la producción y aplicación de los productos en bajas dosis”, agregó el técnico de Castelar.

El invernadero se caracteriza por ser un ámbito cerrado en el que las condiciones se mantienen casi inalterables durante el día: las temperaturas son elevadas, la humedad es alta y no se registra circulación de aire, condiciones potencialmente dañinas para la salud. “Esto expone al operador durante períodos prolongados a los plaguicidas, por eso pensamos en un robot”, señaló Masiá.

Asimismo, el investigador aseguró que con Trakür se respeta al máximo las buenas prácticas en invernaderos en cuanto al modo de distribución de los productos,  la velocidad a la que se hace y con las dosis exactas que se requieran en cada caso en particular: “Mientras más exacta sea la dosificación mejores serán los resultados obtenidos”.

Robótica aplicada

Andrés Moltoni, del Laboratorio de electrónica en Castelar, explicó que se trata de “un vehículo autónomo, robusto, económico y que se traslada a través de un sistema filo-guiado –o riel virtual: un cable que emite una señal y que el robot capta a partir de sensores–. Es eléctrico y se alimenta con una batería de 12V que le permite desplazarse a velocidades que van desde 1,4 a 4,2 kilómetros por hora. Además, posee una autonomía superior a 8 horas y una cámara a través de la que realiza el seguimiento remoto de la unidad.

El prototipo para el control de plagas cuenta con un sistema de pulverización completo y autonomía suficiente para cumplir una jornada de trabajo. Posee un sistema de transmisión inalámbrico que lo monitorea en forma remota.

A esta plataforma experimental, se le sumará el perfeccionamiento de la telemetría inalámbrica, una herramienta que informará sobre las novedades: “niveles de plaguicida, estado de la batería, velocidad de desplazamiento, caudal, al igual que alertas debidas a obstáculos encontrados en el recorrido”, detalló Nicolás Clemares, del Laboratorio de electrónica.

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