01 de febrero de 2018

Vid: cómo proteger los racimos de la podredumbre ácida

Para reducir el impacto de esta enfermedad, los técnicos del INTA recomiendan adelantar la cosecha, evitar las fertilizaciones, favorecer la aireación de los racimos y realizar un control químico de la mano de las buenas prácticas.

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Las condiciones de alta temperatura y humedad relativa con disponibilidad de agua libre en los racimos generan un contexto ideal para el desarrollo de la podredumbre ácida en vid. Para reducir el impacto de esta enfermedad, que genera grandes pérdidas, los técnicos del INTA recomiendan adelantar la cosecha, evitar las fertilizaciones, favorecer la aireación de los racimos y realizar un control químico a partir de buenas prácticas.

De acuerdo con Beatriz Pugliese –especialista del INTA San Juan–, “la podredumbre ácida en vid es una enfermedad que está asociada a un complejo de microorganismos que incluye levaduras, bacterias y hongos filamentosos” por lo que demanda dos tipos de controles: uno cultural y otro químico.

“En primer lugar, es importante evitar las heridas en las bayas, los ataques de oidio y cualquier otro factor que cause heridas en los racimos compactos”, detalló Pugliese quien, además, recomendó favorecer la aireación por medio de deshojes, a fin de facilitar la ventilación y evitar humedad relativa elevada.

A su vez, destacó la importancia de realizar la cosecha lo antes posible para evitar problemas de podredumbres y advirtió sobre el riesgo de efectuar fertilizaciones que promuevan el rebrote. “Necesitamos que la planta ingrese rápidamente en reposo vegetativo”, aseguró.

En cuanto al control químico, Pugliese reconoció que “no hay un producto 100 % efectivo para curar esta enfermedad” y subrayó la importancia de utilizar sólo aquellos registrados en el Senasa y autorizados para el cultivo de vid.

Además, indicó que lo más recomendable es “realizar aplicaciones con productos que contengan cobre para favorecer la cicatrización de heridas”.

En todo caso, se debe actuar con buenas prácticas, tener presente la proximidad de la cosecha y respetar períodos de carencia, dosis recomendadas en el marbete, restricciones de uso en cuanto a la cantidad de aplicaciones por temporada para evitar generar resistencia al producto utilizado.

Asimismo, aconsejó “tener cuidado con la mezcla con otros productos, las horas de aplicación, las precauciones de exposición y la protección de la salud”, al tiempo que señaló que lo más adecuado es el uso de pulverizadoras calibradas.

“Para que un control químico sea realmente efectivo tiene que ser preventivo y acompañado de buenas prácticas culturales”, observó la especialista de San Juan.

Con respecto al destino de la producción, Pugliese subrayó la importancia de respetar los límites máximos de los residuos en los diferentes productos y subproductos, establecidos en la legislación nacional y/o internacional. “Se debe evitar el uso de productos que estén restringidos por dejar residuos en vino o que frenen las fermentaciones”, advirtió.

Un complejo de microorganismos

Asociada a un complejo de microorganismos que incluye levaduras, bacterias y hongos filamentosos, la podredumbre ácida de los racimos es una enfermedad que causa grandes pérdidas en la producción de vid en la Región de Cuyo.

Entre los síntomas que se manifiestan en el racimo después del envero, en bayas aisladas o en grupos se destacan la fuerte oxidación de la cutícula u hollejo, el ablandamiento y maceración de la pulpa, la pérdida de mosto y vaciamiento de la baya.

Todo eso, acompañado con un fuerte olor a ácido acético y la presencia de larvas y adultos de la mosquita del vinagre (Drosophila melanogaster), que diseminan los agentes patógenos de la enfermedad.

Las condiciones predisponentes para su ocurrencia son las temperaturas de entre los 19 y 23º C a partir del envero, una humedad relativa superior al 80 % y la presencia de agua libre. Las precipitaciones previas a la cosecha tienen una incidencia significativa y ocasionan un desarrollo explosivo de la enfermedad.

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