13 de agosto de 2013

Técnicas, experiencias y modelos en la nueva edición de RIA

La siembra directa y su impacto en el suelo, un nuevo modelo estadístico bautizado como “Cobayo INTA”, experiencias sobre denominaciones de origen y una perspectiva de las ciencias desde la sociología rural son algunos de los temas de este nuevo número.

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La Revista de Investigaciones Agropecuarias (RIA) editó su segundo número del año y en sus primeras páginas se presenta a la siembra directa como una decisión agronómica que combina rotación de cultivos, fertilizantes y agricultura de precisión para aumentar la producción y preservar los recursos naturales.

La siembra directa (SD) es una técnica basada en el cultivo de la tierra sin arado previo que fue adaptada en más del 70 por ciento de la agricultura argentina y, según definió la especialista en suelos del INTA Paraná, Carolina Sasal, “apareció como respuesta técnica al problema de degradación de los suelos laboreados y erosionados de la región pampeana y su amplia difusión respondió, fundamentalmente, a razones económicas como la reducción en el uso de combustibles fósiles y a su simplicidad operativa”.

Debido a que en las últimas décadas hubo un marcado desbalance en la selección de cultivos, en el que predominó la soja, los especialistas aseguran que la siembra directa es una buena opción si se practica con rotación de cultivos para garantizar un balance de los nutrientes y la materia orgánica en los suelos, el aprovechamiento del agua y un efecto inhibitorio sobre diversos patógenos (plagas, malezas y enfermedades).

Según estimó el director del Instituto de Suelos del INTA, Miguel Taboada, “en la próxima década debemos producir alimentos en 10 millones de hectáreas adicionales para poder abastecer a la población creciente. Si se tiene en cuenta que las tierras fértiles están todas cultivadas y se tiene que avanzar sobre áreas con mayores riesgos de degradación, la fertilización y la siembra directa son herramientas aptas para atenuar los crecientes problemas de contaminación y deterioro de suelos, aguas y atmósfera”.

Por otra parte, en esta nueva edición se presentará un modelo estadístico desarrollado por el INTA y validado por Senasa para estudiar la calidad de las vacunas bovinas: el Cobayo INTA.

“Este control es inédito. Por ahora se aplica obligatoriamente a dos virus, el que genera la Rinotraqueítis Infecciosa Bovina (IBR) y Rotavirus Bovino grupo A (RVA), y durante este año se empleará para el virus de Parainfluenza bovina tipo 3 (PI-3). De acá en adelante agregaremos más antígenos hasta llegar a controlar los seis agentes incluidos en las vacunas (Coronavirus, virus de la Diarrea viral bovina y Respiratorio sincicial)”, destacó a la Revista RIA la responsable del Laboratorio de Virus Diarreicos del INTA Castelar, Viviana Parreño.

Los estudios se basan en un modelo matemático de dosis-respuesta que se encuentra relacionado con la concentración de antígeno viral presente en la vacuna y el nivel de anticuerpos inducido en los animales vacunados y lo especial de este modelo es que utiliza un animal de laboratorio en lugar de la especie de destino para evaluar la potencia de las vacunas.

En esta nueva edición se presentará un modelo estadístico desarrollado por el INTA y validado por Senasa para estudiar la calidad de las vacunas bovinas: el Cobayo INTA.

Algo más que un objetivo social

Desde una perspectiva social, el INTA acompaña el desarrollo de proyectos que intentan diferenciar y agregar valor en origen a los productos para posicionarlos en el mercado con una estrategia particular: la denominación en origen (DO).

En el nuevo número se presentará el chivito patagónico, el salame de Colonia Caroya, el cordero mesopotámico y el melón de Media Agua como experiencias que realizan cientos de productores, a lo largo y ancho del país, que se esfuerzan por diferenciarse e identificarse como proveedores de alimentos y productos de calidad certificada marcados por su lugar de procedencia y el proceso que permite elaborarlas.

Para el especialista del INTA en sistemas de gestión de la calidad para la valorización de productos agroalimentarios, Marcelo Champredonde, “las DO pueden ser una herramienta y sirven para la valorización de los recursos locales, genéticos y materias primas específicas, saberes, herramientas e instalaciones particulares del territorio. Además, permiten reconocer el patrimonio y la (re)construcción de la identidad territorial”.

Por otra parte, y sin alejarnos de la dimensión social de las ciencias, se publicará una entrevista exclusiva realizada al especialista argentino en sociología agraria, Osvaldo Barsky, quien destacó que la articulación interdisciplinaria es una estrategia fundamental para la construcción de políticas públicas.

De acuerdo con Barsky, “es fundamental la integración de las ciencias, incluso más allá de lo estrictamente tecnológico, en procesos reales alrededor de temáticas específicas, con equipos verdaderamente interdisciplinarios que sirvan de base para generar políticas agrarias adecuadas”.

El investigador del Conicet y actualmente miembro del área de Educación Superior de la Universidad de Belgrano (donde dirige la maestría de estudios sociales agrarios) es partidario de los análisis interdisciplinarios y considera que no es posible comprender la dinámica del desarrollo agropecuario desde una sola dimensión. “La problemática agraria no se agota en una recorrida de por sí compleja a los elementos propios de la configuración agraria”, sostuvo, debido a que “no se pueden entender los procesos si uno no ve su desarrollo histórico y cómo se van construyendo en el tiempo”.

En este sentido, destacó la labor de INTA en lo que para él representa un desafío que la Argentina está encaminada a poder cumplir y que tiene como objetivo “desarrollar estratégicas políticas para consolidar los procesos de agregado de valor con los procesos que promueven la soberanía alimentaria”, y agregó que “lo que hay que hacer es impulsar a los productores. Que siembren, produzcan y que a partir de eso se generan políticas y reglas transparentes”.

El INTA acompaña el desarrollo de proyectos que diferencian y agregan valor en origen a los productos para posicionarlos en el mercado con una estrategia particular: la denominación en origen.

Más información: Revista RIA 39.2