13 de octubre de 2011

Suelos salinos: más de 13 M de hectáreas son recuperables

Así lo destacó Roberto Casas, especialista en suelos del INTA Castelar, junto con el experto español, Ildefonso Plá Sentís. Experiencias positivas con bajos costos.

Casi como los antiguos alquimistas que buscaban transformar el metal en oro. Los técnicos del INTA trabajan en trocar los suelos hoy salinos en futuras tierras productivas que sean sustentables para la economía regional y nacional.

En la Argentina unas 13 millones de hectáreas se caracterizan por la presencia de sales en el perfil. Entre las regiones más afectadas se encuentran el Chaco semiárido, la depresión del salado y el noroeste de Buenos Aires, zonas en las que hay una gran proporción de suelos halomórficos –afectados por sales y sodio–.

“Desde el INTA trabajamos en la recuperación de estos suelos”, señaló Casas, quien además destacó que “con tiempo, manejo y buenas prácticas el potencial productivo que poseen, los convierten en clave para el aumento de la producción agrícola-ganadera”.

Por esto el Centro de Investigación de Recursos Naturales del INTA Castelar organizó un curso sobre Manejo de suelos halomórficos, espacio que sirvió para la caracterización de diferentes tipos de suelos afectados por sales: salinos, sódicos, sódicos alcalinos y salino-ácidos.

La necesidad de trabajar en la rehabilitación es debido a que, por sus características y potencial, las tierras de la Argentina que están bajo estas condiciones “podrían aprovecharse para incrementar los índices de producción”, precisó Ildefonso Plá Sentís, especialista en manejo y conservación de suelos y aguas de la Universidad de Lleida –España–.

El curso culminó con una recorrida por el noroeste bonaerense en la que se observaron ensayos de recuperación de suelos halomórficos mediante uso de pasturas megatérmicas, forrajeras adaptadas y adición de enmiendas –yeso y biosólidos de tambo y feedlot–.

Ambos especialistas coincidieron en que son una oportunidad para el desarrollo de la ganadería. “El agropiro alargado y las pasturas megatérmicas mostraron excelentes resultados en sitios con severas limitaciones. En lugares donde la producción no superaba los 50 kilogramos de carne por hectárea, hoy están por sobre los 150 kilogramos”.

Este dato es la llave para la incorporación de un modelo ganadero en campos halomórficos. El objetivo es hacer el campo más productivo: desde la producción de pasto hasta el mejoramiento del suelo.

Ambos especialistas coincidieron en que los suelos halomórficos son una oportunidad para el desarrollo de la ganadería.

Salinización, proceso reversible

Juan Carlos Elgue, propietario del establecimiento agropecuario Miraflores de Carlos Tejedor –noroeste de Buenos Aires– detalló las técnicas utilizadas para la rehabilitación de los potreros: trabajar con coberturas en la superficie, incorporar la siembra directa y evitar el sobrepastoreo.

“Mediante la incorporación de buenas prácticas –amplió Elgue– logramos recuperar para la agricultura un 20% de las 400 hectáreas salinas que luego utilizaremos para la próxima campaña de la gruesa. Lo importante es que este porcentaje positivo aumenta todos los años”.

La salinización es un proceso parcialmente reversible. Situación que depende de los ciclos climáticos de la región y de la profundidad de la capa freática que permite lixiviar –trasladar– las sales solubles hacia los horizontes profundos, explicó Casas.

En esta línea, Plá Sentís reconoció a la Argentina como un país con suelos de “excelente calidad, con un alto porcentaje de superficies salinas recuperables que toman especial importancia a partir del corrimiento de la frontera agrícola”.

Por su parte, el propietario de Miraflores remarcó que las posibilidades productivas van desde la ganadería de cría hasta la cosecha de girasol, soja y sorgo: “Con rendimientos por hectárea de medios a buenos”.

Para Casas, los precios agrícolas favorables de la última década sumado a las buenas condiciones climáticas y a la tecnología disponibles, contribuyeron a la intensificación y expansión agrícola, situación que despertó interés por la utilización ganadera de las tierras frágiles afectadas por halomorfismo.

Asimismo, el experto español aseguró: “Es importante entender que las tierras afectadas no se recuperan de un año a otro. Además, este proceso debe ser rentable para el productor”.

Para esto, el INTA propone alternativas para prevenir y corregir estos problemas sin generar mayores costos: “Lo que siempre buscamos los productores es mejorar estos suelos que no eran productivos, con bajos costos y sin agregados químicos”, sintetizó Elgue.

Sal de ahí

Según los expertos, el proceso debe realizarse por pasos. La primera recomendación es la clausura temporaria del área afectada al pastoreo. Esto permitirá la implantación de especies vegetales nativas adaptadas a salinidad y alcalinidad como: Distichlis spicata, Kochia scoparia, y Cynodon dactylon, entre otras.

Una de las claves es trabajar con coberturas en la superficie del suelo con pastos que sean aprovechables, así el suelo mantiene la cobertura, que servirá como base para la siembra directa en otoño de especies forrajeras tolerantes a la salinidad tales como el agropiro alargado (Agropyrum elongatum), lotus (Lotus tenuis), trébol de olor blanco (Melilotus albus), trébol de olor amarillo (Melilotus officinalis) y grama rhodes (Chloris gayana).