Orquídeas: símbolo de desarrollo local para Misiones
Un convenio con el INTA impulsó a la floricultura en la zona –en especial a la producción de orquídeas–, que atrajo a aficionados y a pequeños productores de plantas ornamentales. La opinión de Rita Franke, presidenta de la Asociación de Orquideófilos de Montecarlo.
Por Rita Franke
Presidenta de la Asociación de Orquideófilos de Montecarlo
La inauguración de la Biofábrica representó el inicio del primer centro biotecnológico del Noreste argentino, dedicado a la propagación masiva de plantas de alta calidad genética. Actualmente, es considerada un polo único en su tipo en el país, que tiene como objetivo la planificación estratégica de la producción regional de los sectores forestal, agrícola, ornamental y medicinal.
El convenio con el INTA le dio un gran empuje a la floricultura en la zona –en especial a la producción de orquídeas–, que atrajo a aficionados y a pequeños productores de plantas ornamentales.
Por la gran cantidad de especies de orquídeas que posee nuestra región, en los últimos años aumentó el interés de otras provincias como Chaco, Buenos Aires, Tucumán y Corrientes. En consecuencia, el volumen de producción de los floricultores y orquideófilos locales dejó de cubrir la demanda, debido a que la técnica de propagación que utilizaban era la tradicional división de matas –un proceso muy lento que permite obtener dos o tres plantas–, mientras que las siembras in vitro pueden generar miles de plantines de alta calidad genética y libres de enfermedades.
Con el financiamiento del Consejo Federal de Inversiones (CFI), el proyecto de Biofábrica comenzó en 2011 y se extendió durante tres años. En total, se proveyeron 100.000 plantines de orquídeas en las localidades de Eldorado, Montecarlo y General San Martín.
Recibimos de la Biofábrica las plantas multiplicadas in vitro y el INTA nos brindó las capacitaciones para cuidarlas en su período crítico, cuando recién se las saca del frasco y deben aclimatarse en el vivero.
Haberlas recibido en forma gratuita para muchos fue una bendición, ya que en gran medida eran pequeños productores que no podían acceder fácilmente a plantas madres o adultas por los elevados costos.
En este proceso fuimos aprendiendo entre todos, pues durante las capacitaciones y las reuniones, cada uno comentaba sus experiencias, cómo iban progresando los plantines, qué sustratos habían probado, la frecuencia de riego, la luz que necesitaban, tamaños de raíces, enfermedades, entre otros aspectos.
Se generó mucho entusiasmo y una sana competencia, porque en estos casos lo que vale es la práctica y la experiencia. De esta manera, el trabajo fomentó la solidaridad entre los productores a partir de compartir conocimientos, capacitaciones y aprendizajes.
Para todos era algo nuevo, siempre habíamos multiplicado las orquídeas dividiendo las matas y ahora eran plantines sembrados en frascos totalmente estériles en laboratorios. Al día de hoy, la mayoría de las plantas recibidas florecieron y muchas ya fueron comercializadas, con lo cual obtuvimos interesantes ingresos económicos.
A todos los orquideófilos nos gustaría volver a conseguir financiamiento para continuar con un proyecto de estas características, porque sabemos que, por las condiciones climáticas, nuestra provincia posee un gran potencial para las más de 180 especies de orquídeas nativas –muchas en peligro de extinción– y para las exóticas e híbridos que varios de los productores –al no poseer un laboratorio para multiplicar por semilla– lograron por cruzamientos.