06 de febrero de 2014

Los ministros Barañao y Casamiquela visitaron el INTA Castelar

El presidente del INTA, Francisco Anglesio, recibió a los ministros de Ciencia y Agricultura –Lino Barañao y Carlos Casamiquela, respectivamente– en la sede del instituto en Castelar.

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El presidente del INTA, Francisco Anglesio, recibió hoy a los ministros de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva –Lino Barañao– y de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (Minagri) –Carlos Casamiquela–, quienes recorrieron la sede del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias (CNIA) del instituto, en la localidad bonaerense de Castelar.

El encuentro permitió poner en valor el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación. En tal sentido, se destacó que el presupuesto nacional para la cartera de Ciencia se elevó a más de 4.960 millones de pesos. En ese contexto, la visita al CNIA permitió ponderar los resultados de esa política particularmente enfocados en el campo agropecuario y agroindustrial.

Los ministros coincidieron en la necesidad de trascender el desarrollo tecnológico para transformar la innovación tecnológica, puesta al servicio de una mejor calidad de vida. Esta propuesta, señalaron, implica avanzar sobre procesos de organización y en las llamadas “tecnologías blandas” y el gerenciamiento de nuevos sistemas productivos para que el sector de la pequeña y mediana empresa tenga capacidades propias de desarrollo.

“El INTA es la institución señera en materia de investigación agropecuaria”, afirmó Barañao, para quien si bien “el Conicet ha tenido un desarrollo importante en la investigación básica, hoy no hay ningún desarrollo trascendente que no implique la interdisciplina y la articulación entre distintas áreas del conocimiento”.

Al respecto, el ministro de Ciencia consideró que la visita a Castelar les permitió “evaluar no sólo cómo ha crecido el INTA en cuanto a poder tecnológico y recursos humanos, sino cuán imbricado está todo el sistema de tecnología, el aprovechamiento de todos los instrumentos de financiamiento que ha hecho nuestro Ministerio y la calidad de los proyectos que se están llevando a cabo”.

En esa línea, el ministro Casamiquela sostuvo que, en efecto, “el desarrollo científico argentino es una política de Estado”, que se manifestó en dos hechos políticos trascendentes: por un lado, la creación de los ministerios de Ciencia y Agricultura, “ámbitos jerarquizados para discutir estrategias y procesos de investigación y transformación institucional”. Por otra, “el gobierno ha sido muy claro en reconocer que el conocimiento es el motor de transformación de los pueblos, en la dinámica económica y social y ha habido una decisión política trascendente en términos de apostar a la ciencia y a la tecnología y a ayudar a todos los organismos a enriquecer su presupuesto y su capacidad de incorporación de gente”, dijo el titular de la cartera agrícola.

A su vez, Casamiquela consideró que “se ha logrado la comprensión de toda la sociedad en su conjunto de la importancia de esto en términos de inversión para el desarrollo y el futuro del país. Los jóvenes son clave en este proceso de transformación. La visita de hoy se trata de poder profundizar este diálogo y estamos definiendo una agenda hacia adelante entre los dos ministerios”.

“Es un gran orgullo y una verdadera alegría recibirlos en nuestra casa”, expresó Anglesio. Ante la visita de los ministros, manifestó, “es evidente que estamos hermanados con profundas políticas públicas que, con innovación y desarrollo, permiten que nuestra ciencia esté a la vanguardia y los logros están a la vista”. Para el presidente del INTA, este encuentro reflejó “el camino trazado que siempre nos ha unido y que nos fortalece para seguir bregando por los objetivos comunes junto a nuestros ministros, con quienes tenemos que articular fuertemente las políticas para defender al productor, defender la cadena de valor, defender su precio y, por sobre todas las cosas, defender a los productos argentinos”.

La visita por las instalaciones del INTA Castelar incluyó paradas en los institutos de Biotecnología, Clima y Agua y el Jardín Botánico “Ing. Agr. Arturo Ragonese”.

Junto con Anglesio, el director nacional del instituto –Eliseo Monti–, la coordinadora nacional de Investigación y Desarrollo –Normal Pensel– y los directores de los centros de investigación del CNIA también estuvieron para recibir a los ministros. La comitiva del Ministerio de Ciencia se completó con la secretaria de Planeamiento y Políticas en Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva –Ruth Ladenheim–, el secretario de Articulación Científico Tecnológica –Alejandro Ceccatto– y el coordinador ejecutivo del Gabinete Científico Tecnológico –Alejandro Mentaberry–. Por Agricultura, a su vez, estuvieron el jefe de gabinete –Héctor Espina– y el secretario de Coordinación Político Institucional y Emergencia Agropecuaria –Javier Rodríguez–.

Ante la visita de los ministros, Anglesio manifestó, “es evidente que estamos hermanados con profundas políticas públicas que, con innovación y desarrollo, permiten que nuestra ciencia esté a la vanguardia y los logros están a la vista”.

Una política en perspectiva

Desde sus tres célebres premios Nobel –Bernardo Houssay, Luis Leloir y César Milstein– hasta los investigadores que hoy se destacan internacionalmente por sus logros, la Argentina cuenta con una tradición científica de excelencia. No obstante, el país vivió diversas épocas de vaciamiento institucional que conspiraron contra el desarrollo científico nacional y, asimismo, desataron un éxodo de profesionales que se alejaron del país.

Sin embargo, a partir de la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva a fines del año 2007, la Argentina experimentó un cambio significativo en las políticas de promoción científica. De hecho, entre el año 2008 y el corriente, el presupuesto nacional destinado a sus actividades aumentó de más de 1.130 millones de pesos a poco más de 4.960 millones de pesos.

A su vez, mediante el Programa RAICES (Red de Argentinos Investigadores y Científicos en el Exterior) –implementado por el Ministerio de Ciencia– fueron repatriados 1.030 científicos y tecnólogos que volcaron su conocimiento en diferentes estructuras estatales. Entre muchos casos de interés, puede destacarse la historia del investigador Fernando Carrari, quien regresó al país gracias a ese programa y, tras incorporarse en el INTA, fue uno de los científicos que secuenciaron el genoma del tomate, un hallazgo de gran importancia publicado el año pasado en la revista Nature.

Entre 2009 y 2012, el Ministerio de Ciencia adjudicó a través de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (la Agencia) más de 2.737 millones de pesos para financiar proyectos de investigación y desarrollo, modernización de equipamiento, mejoras de infraestructura y la incorporación de recursos humanos, entre otros. Una inversión similar ocurrió en el INTA, cuyas asignaciones aumentaron cada año desde 2003, alcanzando el presupuesto más alto de toda su historia, que hoy equivale a unos 2.300 millones de pesos anuales.

Ese espíritu de cambio fue sintetizado por la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, en junio de 2011: “En el imaginario colectivo, la ciencia era vista como algo lejano, algo que no tenía que ver con la vida cotidiana de las personas. Nosotros estamos cambiando ese paradigma, porque hemos comenzado a vincular en los hechos –en la práctica, con recursos, con resultados– a la ciencia con el crecimiento económico y con el desarrollo de la industrialización de nuestro país”.

Por otra parte, el país diseñó distintas plataformas tecnológicas, entre las que actualmente se encuentran en ejecución las correspondientes al Desarrollo de Nanobiomateriales y Dispositivos para Diagnóstico y Tratamiento, el Consorcio Argentino de Tecnología Genómica, la Plataforma de Células Madre Reprogramadas Humanas, el Centro de Bioinformática de Argentina y el Centro para la Automatización de la Ingeniería de Software.

Al mismo tiempo, la Argentina cuenta con 29 instrumentos de financiamiento que administra la Agencia destinados a promover la investigación y el desarrollo en pequeñas y medianas empresas, fomentar la creación de nuevas empresas de base tecnológica y alentar la incorporación de tecnología en los procesos productivos.