05 de enero de 2012

La piel viva de la Tierra

Para asegurar la producción de alimentos y la competitividad agropecuaria es imprescindible realizar un buen manejo conservacionista.

“Mire que es lindo mi país, paisano/ si usted lo viera como yo lo vi/ un cielo limpio repartiendo estrellas/la Madre Tierraacunando el maíz”. En la poética estrofa de este clásico popular aparece, tímidamente, el suelo argentino. O, en palabras de Miguel Taboada, director del Instituto de Suelos del INTA Castelar, Buenos Aires, “la piel viva de la Tierra”.

Constituido por 45% de material mineral, 5% de material orgánico y 50% de espacio poroso ocupado por aire, agua y microorganismo, el suelo es fundamental para el desarrollo mundial en seguridad alimentaria y la provisión de servicios ecosistémicos, como por ejemplo el filtrado de agua y el secuestro de carbono.

“El suelo es un recurso natural biogeoquímico dinámico que soporta todos los componentes que comprenden los ecosistemas terrestres”, explicó Taboada, quien aseguró: “Los procesos que tienen lugar dentro del suelo están ligados a servicios ecosistémicos como la cantidad y calidad del agua, el intercambio de gases atmosféricos y son centrales en los ciclos biogeoquímicos de los nutrientes y el carbono que sostienen la vida”.

Enla Argentina, la degradación y erosión de las tierras afecta al menos un 40% de su superficie, según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. En este contexto, el buen manejo de los suelos, con un enfoque productivo y conservacionista, permitirá mantenerlos en buenas condiciones físicas, químicas y biológicas para satisfacer la demanda de aire, agua y nutrientes de los diferentes cultivos.

Por su parte, José Luis Panigatti –investigador de suelos del INTA– explicó que “el área erosionada total en la Argentinaronda los 60 millones de hectáreas; es decir, el equivalente de 51 veces la superficie de las Islas Malvinas, o de nueve provincias de las más chicas de producción, dado que la tecnología actual y los precios de los productos hacen que sectores con erosión leve o moderada logren mantenerse en el sistema productivo y comercial, aunque no sustentable ni sostenible”.

Los suelos, enumeran estudios del INTA, pueden ser mejorados con la rotación de cultivos, la alternancia agrícola-ganadera, el uso racional de fertilizantes y agroquímicos, la incorporación de residuos orgánicos, abonos verdes o cultivos de cobertura, residuos de cosecha o rastrojos, el uso de la siembra directa o sin laboreo. El cumplimiento de estas prácticas posibilitará una estabilidad de los rendimientos y una producción agropecuaria con crecimiento sostenido.

De acuerdo con el director, la agenda global debe centrarse en incrementar la productividad de los suelos para mantener la producción de alimentos, rehabilitar agroecosistemas degradados, evitar la ocurrencia de “efectos colaterales” –degradación por acidificación, salinización, erosión– y proveer técnicas de manejos sustentables que sean económicamente aceptables.

En El futuro de la investigación en ciencia del suelo. Panorama internacional y nacional, el especialista destacó que “el suelo soporta la más rica biodiversidad sobre la tierra y funciona como filtro para –y es un regulador de– contaminantes inorgánicos y orgánicos, así como de microorganismos patógenos y virus”.

Citado por Taboada, el estudio sobre el futuro de la ciencia del suelo Steering Committee for Frontiers in Soil Science Research & National Research Council (2009), menciona dos principales desafíos. En primer lugar, la necesidad de poner un valor al recurso y de dar relevancia social a la ciencia del suelo con temas globales, como seguridad alimentaria y energética, la salud humana y la sustentabilidad ambiental. En segundo lugar, la necesidad de integrar la investigación de diferentes escalas espaciales y temporales.

Lo que el viento se llevó

Uno de los procesos que desencadenan la desertificación es la erosión eólica: el transporte y arrastre de partículas de suelo por el viento, explican los técnicos de la red de monitoreo y control de la erosión eólica del INTA.

La erosión eólica produce cambios en diversas propiedades de los suelos que disminuyen su productividad en forma irreversible.

Daniel Buschiazzo, investigador del INTA Anguil,La Pampa, indicó que “la franja semiárida argentina que va desde Bahía Blanca, y que pasa por el oeste de Buenos Aires,La Pampa, parte de Córdoba, San Luis y Chaco, es muy susceptible de sufrir erosión por las condiciones del suelo y del clima”.