La palmera de San Cayetano: patrimonio natural, resguardado por el INTA
Con el asesoramiento del Prohuerta y por pedido del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, este monumento vivo se transplantó y se reubicó en el área verde del INTA Castelar para su conservación.
Durante más de 50 años, cada 7 de agosto, la legendaria palmera ubicada en uno de los patios de la Parroquia de San Cayetano vio desfilar a miles de feligreses que se acercaban al barrio porteño de Liniers para agradecer o pedir trabajo. Devenida en patrimonio cultural y bien histórico, resultó trascendental resguardarla de la obra de ampliación en la Parroquia. Para esto, fue trasladada al área verde del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias del INTA Castelar, en un operativo a cargo de especialistas del ProHuerta –programa que desarrollan el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación (MDS) y el INTA–.
Para el coordinador nacional de Transferencia y Extensión del instituto, Diego Ramilo, responsable del traslado, se trató de un trasplante especial por un doble motivo: “Por un lado, es un esfuerzo para preservar la biodiversidad pero, al mismo tiempo, esta palmera tiene una enorme importancia cultural y simbólica para muchas personas por estar asociada al valor del trabajo”.
Ramilo repasó el inicio de esta iniciativa: “La idea surgió a partir de una solicitud del MDS, hecha por la propia ministra Carolina Stanley, tras lo cual hicimos todos los estudios de prefactibilidad y analizamos las posibilidades del trasplante, tanto donde estaba la palmera originalmente como en el lugar de destino”.
El procedimiento no fue sencillo. “Trasladar una palmera de unos 18 metros de altura requiere de muchas precauciones, más en un día de lluvia como el que nos tocó”, expresó Ramilo. Además, detalló que durante el proceso fue necesario podar algunas hojas para evitar que se desvigorice: “En esas circunstancias, la palmera se queda con muy pocas raíces y puede transpirar más de lo habitual. Al podarla, se evita que tenga estrés hídrico”, indicó el coordinador.
Pablo Mercuri –director del Centro Nacional de Investigaciones Agropecuarias del INTA Castelar– subrayó el esfuerzo del ministerio de Desarrollo Social de la Nación y del INTA por preservar la diversidad biológica.
“El trasplante de esta palmera cargada de historia y simbología al área verde del INTA Castelar reafirma el valor del predio y destaca nuestro trabajo en la conservación y resguardo de especies vegetales devenidas en monumentos vivos”, aseguró Mercuri.
Es que, producto de un convenio de cooperación institucional entre la Comisión Nacional de Monumentos, de lugares y de bienes históricos; y el INTA, el organismo se compromete al patriótico resguardo del patrimonio que asocia naturaleza y cultura.
Entre sus párrafos, el convenio firmado en 2011, asegura que “por tratarse de monumentos vivos, resulta imprescindible atender a la prevención, diagnóstico y control sanitario de las especies que la conforman, como así también su reconocimiento y valoración a fin de resguardar la memoria de cada uno”.
Una palmera, 50 años de historia
Ofrecida como ofrenda y donación de un feligrés hace medio siglo, la palmera habitaba –desde ese entonces– uno de los patios de la Parroquia San Cayetano del barrio porteño de Liniers y donde alcanzó los 40 metros de altura.
Se trata de Phoenix Canariensis, una especie de palmera canaria que por su alta adaptabilidad, belleza y resistencia al frío es muy utilizada en parques como ornamental. Además, es una especie muy longeva que logran superar el siglo de edad.
Debido a una obra de ampliación de un espacio asistencial del predio, se decidió donarla al INTA para su conservación. Para lo cual, el ministerio de Desarrollo Social de la Nación gestionó su trasplante y traslado, de la mano de la Dirección Nacional y la Coordinador Nacional de Extensión del INTA.