01 de julio de 2014

La feria franca de Oberá es la primera del país y crece

Empezó con siete productores en 1995 y hoy son 60. Abastece a mil familias, genera 200 puestos de empleo y mejora un 30% la renta del pequeño productor. Distribuye verduras, frutas y lácteos de alta calidad.

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La escena pertenece a una feria. En los puestos pueden verse frutas, verduras, hortalizas, derivados lácteos, dulces, panificados y un centenar de productos alimenticios, con la particularidad de que son ofrecidos a la venta por las mismas personas que los produjeron. Es que esta feria, ubicada en Oberá, ciudad misionera con unos 55 mil habitantes, es bastante peculiar: con 60 productores y 75 puestos distribuidos en tres sedes, generan empleo para 200 personas de la localidad al tiempo que distribuye verduras, frutas y lácteos de alta calidad.

“La feria demostró que existía otro modelo formado por agricultores”, aseguró Eugenio Kasalaba, presidente de las Ferias Francas de la zona centro de Misiones y uno de los fundadores de la feria de Oberá, la primera feria de la Argentina surgida en 1995 con tan sólo siete productores y que impulsó la aparición de otros espacios de economía social en la región.

Según un estudio del Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar del INTA, el NEA representa el 65% de las ferias a escala nacional con 94 espacios en funcionamiento. Estos emprendimientos cubren más de la mitad de los municipios de Misiones y, junto con los de Corrientes, son los de mayor antigüedad del país.

La agricultura familiar motoriza la producción regional de yerba mate, té y mandioca, promueve el desarrollo del territorio rural y contribuye a la generación de empleo. En el Año Internacional de la Agricultura Familiar, decretado por la ONU, este tema será uno de los ejes de la muestra INTA Expone NEA, que se realizará el próximo 27, 28 y 29 de junio en la ciudad de Posadas.

Una pionera que se multiplicó

“La crisis del 90 dejó a muchos pequeños y medianos productores sin sus principales fuentes de ingresos; el té y la yerba mate no alcanzaban para el sostén de las familias y el algodón se había prohibido en la provincia por cuestiones sanitarias”, explicó Kasalaba en referencia al contexto en el que él y otros seis productores decidieron comenzar con la feria.

Al principio, contó, el objetivo era evitar que la población abandonara la chacra y, al mismo tiempo, tratar de consolidar una alternativa para mejorar el autoabastecimiento de alimentos a escala familiar. Hoy día, según estima Kasalaba en base a su experiencia diaria, cada productor puede aumentar su rentabilidad en un 30% a través de la venta directa al consumidor.

En esa línea, el coordinador de la Unidad Integrada de Apoyo a Iniciativas Rurales (UNIR) de la Fundación ArgenINTA, Augusto de Haro, señaló que “el contacto entre productores y consumidores favorece un conocimiento real de la producción y elaboración y permite una rápida adecuación de la oferta, lo que contribuye al desarrollo local a través de la mejora de ingresos de los productores y la retención de la renta en el lugar”.

La feria de Oberá fue paradigmática y asentó un antecedente exitoso que tendió a multiplicarse. De hecho, a fines del mismo año, se inauguraron las ferias de Aristóbulo del Valle y Leandro N. Alem y, en 1997, se creó la Asociación Provincial de Feriantes. Actualmente, esta entidad reúne a 55 ferias misioneras y asegura más de 90 mil puestos de trabajo.

“La feria demostró que existía otro modelo formado por agricultores”, aseguró Eugenio Kasalaba, presidente de las Ferias Francas de Misiones y uno de los fundadores de la feria de Oberá.

Agregado de valor en la chacra, una preferencia local

Los productores de Oberá comenzaron con la venta de 12 variedades de verduras, hortalizas y frutas y hoy ofrecen más de 100 productos entre frutas, hortalizas, derivados lácteos, dulces, mermeladas y panificados. De acuerdo con el estudio del INTA, el 69% de los productos ofrecidos en las ferias del NEA son verduras y frutas, seguidos de los lácteos con el 11%.

Si bien “Misiones siempre estuvo pensada para ser productora de materias primas y no de alimentos”, aclaró Kasalaba, la diversidad productiva de la región permite obtener otros productos con agregado de valor como huevos, pollos, lechones, escabeches y chacinados. Según el mismo informe, este tipo de productos representa entre el 4 y el 6% de las ventas.

Los precios de la feria “son más económicos que en el resto del comercio”, indicó Kasalaba, a excepción de los productos de granja como pollos, cerdos y huevos que se encarecen por estar criados con granos y pasturas naturales y no con alimento balanceado.

“La producción primaria sale de los territorios para ser transformada, en muchos casos sin mayor valor agregado, y retorna con el consiguiente gasto de transporte y sus secuelas contaminantes”, agregó de Haro. Además, estos circuitos extensos de comercialización provocan el deterioro de los productos frescos y disminuyen su valor nutricional.

Por el contrario, el espacio de la feria permite estrechar “una cuestión de amistad entre el productor y el consumidor”, afirmó Kasalaba, y facilitó el crecimiento de los productores. En la actualidad, las explotaciones familiares poseen entre 25 y 50 hectáreas de extensión y generan excedentes destinados al mercado de Posadas, una ciudad de 400 mil habitantes.

La feria de Oberá abastece a mil familias que se reparten entre las diferentes sedes y días de atención. Abre los miércoles y los sábados –días de mayor concurrencia– de 6 a 12. Quizás para expresar el sustento de estos casi 25 años de feria, Kasalaba concluyó: “la mayoría de los pueblos nació en la chacra y cuando esa gente se traslada a la ciudad, añora aquello que tenía”.

El espacio de la feria permite estrechar “una cuestión de amistad entre el productor y el consumidor”, afirmó Kasalaba, y facilitó el crecimiento de los productores.

 

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