06 de julio de 2010

Gestionar cadenas con eslabones sustentables

La institución contribuyó con metodologías para la medición de impacto ambiental que permiten lograr un manejo sustentable en las diversas cadenas de producción.

Una de las máximas del INTA, dependiente del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, es contribuir integralmente a la competitividad, la salud ambiental y la sostenibilidad de los sistemas productivos, con equidad social y el desarrollo territorial con investigación, desarrollo tecnológico y extensión. Para lograr estos objetivos el instituto posee una clara estrategia con foco en la innovación.

Es en esta línea que en el seminario INTA Expone sus aportes al país -que se realizará el 1 de julio en la UCA, Capital Federal- se profundizarán, entre otros, en la cadena agrícola y en la gestión ambiental.

En números, la siembra directa, introducida por el INTA, es hoy utilizada en 20 millones hectáreas mejorando la sostenibilidad de los recursos naturales y el ambiente en sistemas agrícolas.

Por su parte, el lanzamiento del proyecto INTA PRECOP permitió consolidar el cambio. Así, se logró la reducción de pérdidas de granos en cosecha y poscosecha que incrementó el saldo exportable de nuestro país en unos 420 millones de dólares por año.

A su vez, el desarrollo de tecnologías -como el silo bolsa- permitió almacenar a bajo costo el grano en el campo, facilitando el trabajo y la toma de decisiones comerciales del productor.

Con 20 años de desarrollo, el Pro-Huerta tiene presencia en todo el país y cuenta hoy con cerca de 630 mil huertas, 130 mil granjas y más de 3,5 millones y medio de beneficiarios.

Yendo al grano

Otro de los aportes son las mejoras en la calidad de aceite que se realizaron en girasol, soja y maíz al caracterizar las combinaciones de cultivar y fecha de siembra para producir diferentes calidades de aceite; estimar las relaciones entre la calidad y el rendimiento bajo diferentes manejos.

Además, en las investigaciones realizadas en semillas para aceites se identificaron las mejores zonas del país que permiten producir, a partir de esos aceites, biodiesel adaptado a estándares de comercialización de diferentes países e investigaron los efectos de la variabilidad y el cambio climático sobre la calidad de este aceite.

Dulces aportesEn caña de azúcar, el nuevo material genético permitió pasar de 4 toneladas por hectárea en 1960 a 10 toneladas, debido a cambios producidos en productividad y calidad industrial.

La tecnología disponible en yerba mate con aportes institucionales aumentó su rendimiento de 1,5 tonelada por hectárea de yerba canchada a tres toneladas para el productor medio y seis para el productor de avanzada.

La incorporación de innovaciones permitió al productor de té pasar de una tonelada a dos por hectárea. Esto permite que cuenten con plantaciones de origen clonal a cuatro toneladas por hectárea de té seco de calidad internacional.

Estos avances estuvieron acompañados por metodologías para la medición de impacto ambiental y certificación ecológica de sistemas productivos. Así se permite un sistema de soporte de decisiones que logra el manejo sustentable de sistemas productivos en áreas de alta fragilidad.

El INTA participó, junto a científicos de 14 países, en la secuenciación del genoma de la papa -tercer cultivo en importancia a nivel mundial-. Este hallazgo podría revolucionar los programas de mejoramiento y el modo de explorar la diversidad del germoplasma. En este sentido, la institución cuenta con una Red de Bancos de Germoplasma que contiene más de 70 mil muestras de especies vegetales y animales.

Calidad y variedadLa gestión ambiental en el INTA se centra en comprender y monitorear la huella ecológica de la producción agropecuaria y forestal y desarrollar tecnologías y alternativas de manejo que permitan resolver o mitigar los problemas ambientales generados en el ámbito de los sistemas productivos.

En esta línea, se realizan evaluaciones causas y consecuencias (externalidades) de las decisiones productivas sobre el sistema ecológico; se generan métodos y aplicaciones para el diagnóstico, análisis de vulnerabilidades y monitoreo de problemas; se diseñan prácticas, tecnologías de remediación y modelos de gestión enmarcados en estrategias de manejo adaptativo de los sistemas agro-productivos.

Además, desde gestión ambiental se contribuye a brindar condiciones para mejorar la competitividad de la producción a partir de mejores condiciones ambientales en los sistemas productivos; se realizan articulaciones tendientes a ofrecer el conocimiento integrándolo a los procesos de ordenamiento territorial y se contribuye a la educación ambiental para estimular cambios de hábitos y actitudes que mejoren el desempeño ambiental del sector.

Por su parte, en lino oleaginoso -cultivo tradicional en la Argentina- el INTA Paraná ejecuta un programa de mejoramiento genético en Paraná. Como resultado se obtuvo el cultivar Panambi INTA, que se caracteriza por su excelente potencial de rendimiento, adecuada resistencia a enfermedades, en especial a marchitamiento, resistencia al desgrane y alto contenido de aceite.

La variedad de batata “Colorado INTA”, obtenida por el INTA, es otro de los aportes que la institución generó en mejoramiento genético, dentro del marco del proyecto específico “obtención de clones de batata de doble propósito con propiedades funcionales y adaptados a diversas zonas ecológicas argentinas”. Esta variedad se caracteriza por tener mayor concentración de betacaroteno y mayor capacidad antioxidante y fenoles totales que las plantadas actualmente. Otro caso de mejoramiento genético es el arroz PUITÁ INTA, concebido para resistir a la principal maleza que afecta al cultivo, el arroz colorado. Este se convirtió en la primera variedad obtenida por mutación genética con resistencia a herbicidas específicos. En la Argentina, un 40% de la superficie se siembra con PUITÁ y un 15% con CAMBÁ.

Este logro argentino está patentado y se usa en Colombia, Uruguay, Italia, Estados Unidos, Costa Rica, Tailandia, India y Brasil.

Ecoser

La discusión de políticas públicas orientadas al desarrollo sustentable del territorio rural de la Argentina demanda una mayor capacidad para evaluar la distribución espacial de los beneficios tangibles e intangibles que proveen los ecosistemas a la sociedad.

En este contexto es que el INTA implementó “Ecoser” como un método de evaluación y mapeo de bienes y servicios ecosistémicos específicamente orientado a reducir esa limitante, facilitando la colaboración interdisciplinaria e interinstitucional para el análisis de la vulnerabilidad ambiental frente a la agriculturización del paisaje.

Esta herramienta, obtenida en el marco del Programa Nacional de Ecorregiones del INTA se difundió a través de un Taller Interinstitucional (INTA – Agencia Nacional de Promoción Científica y Técnica – el Inter-American Institute for Global Change Research) sobre Valoración de Servicios Ecosistémicos.

Valuación funcional de servicios ecosistémicosEl modelo de Valuación funcional de servicios ecosistémicos tiene por finalidad detectar regiones de alta vulnerabilidad ecológico-ambiental y, en base a ello, apoyar estrategias y políticas de ordenamiento territorial.

Esta tecnología, que desarrolla y perfecciona el INTA, adquiere particular relevancia en regiones y áreas geográficas expuestas a cambios muy rápidos y profundos en el uso de la tierra, como ocurre en el Chaco salteño o en la selva Paranaense donde, a tasas muy altas, las tierras de bosque nativo son convertidas en tierras de pastoreo y de cultivo.