Verano 2021 | 18 de diciembre de 2020

Estiman que continuaría el déficit de precipitaciones con menor intensidad

Con el fenómeno La Niña en su apogeo, las perspectivas indican una alta probabilidad de que en el próximo trimestre continúe la ocurrencia de precipitaciones deficitarias en gran parte de la región Pampeana y el Litoral, aunque este déficit podría ser menos pronunciado respecto al registrado en el trimestre actual. Desde el INTA recomiendan estar atentos a los pronósticos y analizar toda el agua en el sistema para cada decisión de manejo.

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Lejos quedaron ya las abundantes precipitaciones de campañas anteriores. Ahora, los productores deben adaptarse al déficit hídrico en una campaña con alto riesgo, y un contexto de alta variabilidad climática, un desafío para el sector.

Históricamente los años con evento La Niña tienen mayor la probabilidad de ocurrencia de déficit de precipitación superior al 15 % en primavera y verano, y en otoño es levemente menor que la primavera y el verano que le preceden. Otra de las características que se da un espaciamiento mayor entre días sin precipitaciones incrementando a lo largo del ciclo fenológico de los cultivos, lo cual prolonga la situación de estrés hídrico. 

De acuerdo al último informe del Instituto de Clima y Agua del INTA, el ENSO se encuentra evolucionando hacia una fase fría durante el verano austral y se estima con probabilidades, mayores al 80%, que esta fase continúe hasta el primer trimestre de 2021. Recién a la salida del verano o inicio del otoño tendería a condiciones neutralidad.

“Cuando hablamos del clima y su comportamiento, estamos sometidos a una alta variabilidad climática intra-estacional, interanual y decádica, con una mayor frecuencia de eventos extremos y aún con altos niveles de incertidumbre en las predicciones estacionales “, afirmó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA en el marco de su exposición sobre la evolución y perspectivas climáticas 2020-21 en ExpoVenado Digital.

Siguiendo a Mercuri, “tenemos mucho impacto territorial y en los sistemas de producción por efecto de una sequía regional, con una bajante persistente de los principales ríos en la Cuenca del Plata, menor disponibilidad de agua de deshielo en las áreas cordilleranas y la zona central y el norte del país sometidas a altas fluctuaciones en la disponibilidad de agua”.

La situación actual en cuanto a la disponibilidad de agua, es una sequía que se enfatizó sobre el NEA y en la zona central del país. La Niña es un fenómeno interanual, pero el clima es complejo y altamente no lineal, y pueden ocurrir otros factores de menor escala o propios de la variabilidad del sistema atmosférico que pueden interactuar también y abrir una pequeña ventana permitiendo eventos de precipitación.

Un dato destacado que brindó el director del CIRN fue que en las últimas semanas se verifica un incremento en la temperatura superficial del Atlántico Sur, lo cual consideró importante factor para favorecer el ingreso de aire húmedo y paliar el impacto de la circulación atmosférica adversa que promueve el enfriamiento del Pacífico.

Históricamente los años con evento La Niña tienen mayor la probabilidad de ocurrencia de déficit de precipitación superior al 15 % en primavera y verano, y en otoño es levemente menor que la primavera y el verano que le preceden.

¿En qué momento pueden regularizarse las precipitaciones?

En lo que respecta al pronóstico a corto plazo, indicó que para el periodo del 18 al 25 de diciembre se prevén lluvias de variada intensidad sobre distintas áreas de las regiones de Cuyo, Pampeana y norte del país algunas acompañadas de tormentas, especialmente las lluvias se registrarían entre los días viernes y sábado, persistiendo solamente sobre el norte del país durante el día domingo. Posteriormente mejoran las condiciones en gran parte del territorio.

“En el corto plazo, esta chance importante de lluvia es clave para los cultivos de la gruesa ya implantados, para los próximos a floración y las siembras de segunda. Los modelos indican lluvias regionalizadas en el centro del país con rangos de 30 a 50 mm en distintas zonas”, afirmó Mercuri.

 “Para el mediano plazo, acorde a los pronósticos actualizados del IRI Columbia University, hay una perspectiva en el Litoral y la zona central del país de precipitaciones acumuladas que sean por debajo de lo normal, aunque con menor extensión geográfica e intensidad respecto al trimestre actual, comenzando a disminuir gradualmente la influencia de La Niña, y no se expresarían de manera generalizada temperaturas por encima de lo normal”, expresó el director.

Siguiendo esa línea, comentó que “estamos en una campaña con más riesgo, conviviendo con un marcado condicionante océano-atmosférico como es La Niña, muy vulnerables porque disponemos de mínimas reservas de agua y hay aún siembras de soja de segunda y maíz tardío por completar, por lo tanto, estamos conviviendo con todos los componentes del riesgo: alta peligrosidad, vulnerabilidad y exposición”, dijo Mercuri.

En cuanto al comportamiento de las precipitaciones, el especialista comentó que la campaña se caracteriza por la disparidad de valores entre localidades y el incremento de los días consecutivos sin lluvias significativas. “Son campañas que resultan en un mosaico de diferentes condiciones de los cultivos y expectativas del rendimiento”, subrayó.

Por último, indicó que necesitamos tomar decisiones climáticamente inteligentes: “para cualquier decisión agronómica es importante considerar que estamos condicionados por el agua inicial”. En ese sentido, “es importante analizar en el lote toda el agua del sistema, no solo mirar la atmósfera”.

Mercuri llamó a analizar el agua en el horizonte superficial, en profundidad y cuál es la dinámica de la napa freática, agregando la tendencia a corto y a mediano plazo. También hizo hincapié en considerar qué ocurre a nivel cuenca. “La mejor preparación es la gestión del agua como mecanismo de adaptación”, puntualizó.

“Nuestro sector es líder en adaptarse al clima, hemos incorporado y perfeccionado sistemas como la siembra directa, incorporado tecnología y genética tolerante a stress hídrico, ampliado los períodos de siembra, y utilizando cultivos de servicio sin afectar la disponibilidad de agua”, concluyó.

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