03 de octubre de 2016

En Rosario, la agroindustria crece con innovación

Se inauguró una planta piloto para optimizar la producción de aceites y derivados. Funcionará como herramienta de capacitación, en el marco del Centro de Innovación para el Agregado de Valor, del que participa el INTA.

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Con el foco puesto en profundizar el desarrollo agroindustrial del país, la Universidad del Centro de Estudios Latinoamericano (UCEL) y la Asociación Argentina de Grasas y Aceites (ASAGA) inauguraron en Rosario una planta piloto equipada con tecnología de vanguardia, que buscará mejorar los procesos de producción de aceites oleaginosos y derivados. El proyecto, valuado en una inversión que supera los U$S 2 M, funcionará como herramienta de capacitación e investigación, en el marco del Centro de Innovación para el Agregado de Valor (InAV), del que participa el INTA junto con el INTI y la UCEL.

“El mundo quiere materias primas con valor agregado y, desde la Argentina, tenemos que lograr mayor competitividad para vender productos más elaborados al resto de los países”, aseguró Héctor Espina, director nacional del INTA. Asimismo, destacó el potencial de la articulación con otros actores y consideró que “la asociación público-privada resulta virtuosa para conquistar el mundo comercialmente”.

También, ponderó el aporte del proyecto en relación con la actividad del InAV. “Estas plantas permiten trabajar en conjunto para encontrar eficiencia, diversificación y desarrollos sustentables; cada punto de eficiencia en la industria es un punto que podemos ganar de exportación”, detalló.

Por su parte, Néstor Roulet, secretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindustria de la Nación, recorrió las instalaciones de la planta hace algunas semanas durante su puesta en marcha y remarcó el trabajo institucional en materia de infraestructura productiva, presión impositiva y facilidades crediticias.

“Con ese esquema, estamos hablando con los distintos sectores para conocer sus problemas y tratar de solucionarlos”, apuntó Roulet, quien agregó: “Trabajamos con la mayoría de las Cámaras para acordar de qué manera podemos agregar valor en la Argentina para convertirnos en el supermercado del mundo, como dice nuestro presidente”.

En esa línea, Daniel Coria, rector de la UCEL, dijo que la planta era “única en su tipo en Latinoamérica”. “La importancia básica que tiene es la posibilidad de mejorar los procesos productivos y agregar valor a los subproductos del poroto de soja y del girasol”, indicó.

Espina: “El mundo quiere materias primas con valor agregado y, desde la Argentina, tenemos que lograr mayor competitividad para vender productos más elaborados al resto de los países”.

Mirar la cadena

Sobre los beneficios de esta inversión, José María Méndez, especialista del INTA Totoras –Santa Fe– y responsable del InAV por el instituto, explicó que la optimización de los procesos de producción de aceites “exige conocimiento y la realización de una gestión distinta que permita salir de la producción de un commoditie”. “En otros casos, representa un beneficio fiscal que valoriza el producto primario”, puntualizó.

La planta piloto –integrada al eje investigación, desarrollo e innovación del InAV– favorecerá el agregado de valor a la producción de soja y de otras oleaginosas. “A pesar que la cadena oleaginosa es la más importante en materia de superficie ocupada y generación de divisas por exportación de sus derivados, estos últimos tienen un grado de industrialización bajo y la agregación de valor se realiza en otras partes del mundo”, argumentó Méndez.

En la planta, que posee una capacidad de molienda de hasta 150 kilos por hora, se realizarán ensayos con oleaginosas que permitirán conocer el potencial de la materia prima y mejorar la eficiencia de los procesos. El carácter innovador de la unidad se debe a que posee equipamiento integral para evaluar diferentes modos de extracción de aceite, los procesos de refinamiento y el tratamiento de otros subproductos como lecitina.

De este modo, “se aspira a que se generen o se ajusten tecnologías que puedan utilizarse en pymes aceiteras o se transformen en mano de obra en nuevas agroindustrias, preferentemente en origen”, explicó Méndez y enfatizó: “Los beneficiarios principales serán alrededor de 400 pymes y los productores primarios que quieran agregar valor”.

La articulación hace al éxito

El InAV –formalizado a través de un convenio firmado a fines de 2015– tiene como objetivo final “diseñar estrategias organizacionales que faciliten la transferencia de resultados al territorio y, así, aportar al desarrollo a las comunidades involucradas”, sostuvo Méndez.

El proyecto prioriza la mejora de las cadenas de carne bovina, maíz, soja, leche y horticultura, a partir de diferentes estructuras de trabajo. Se trata de “generar un espacio de articulación entre el INTA y los actores del sistema científico-productivo y de los gobiernos, para impulsar el agregado de valor en la producción agroalimentaria y agroindustrial”, afirmó el técnico.

En el marco del módulo de Capacitación del InAV, este año comenzó la primera edición de la diplomatura en Agregado de Valor de Soja y se prevé que continúe en 2017, junto con el inicio de una diplomatura enfocada en la cadena del maíz. La capacitación vigente, dirigida a personas sin carrera de grado previa, no tiene antecedentes similares y se dicta en la UCEL con la participación de especialistas nacionales.

Además, Méndez anticipó que, en el módulo de Gestión de la Información, ya se trabaja en el desarrollo de un software que proporcionará información sobre las cadenas. Allí podrá consultarse la coyuntura del mercado nacional e internacional, potencialidades para mejorar la calidad, instancias de capacitación de operarios, nuevos equipamientos, inversión, etc.

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