22 de mayo de 2012

En el mundo: cada persona desperdicia 100 kilos de alimentos al año

En la Argentina, el INTA trabaja en mecanismos para reducir las mermas en la cadena que generan las malas prácticas. En Innovagro se discutieron las propuestas para el uso adecuado de las tecnologías en la seguridad alimentaria.

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Paradojas de nuestro mundo: mientras Brasil instauró con éxito el programa Hambre Cero que logró reducir la desnutrición infantil en un 61 por ciento, según cifras oficiales, los habitantes del planeta desperdiciamos, destaca la Organizaciónde las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hasta115 kilogramos al año de alimentos –aproximadamente 1.300 millones de toneladas al año–.

Este dato lo remarcó Carlos Casamiquela, presidente del INTA, en el marco del seminario latinoamericano Innovagro que se realizó en Buenos Aires: “El problema de la falta de alimento está relacionado con una deficiente distribución”.

“Se debe trabajar muy fuerte en toda la cadena –agregó Casamiquela– para, de esta manera, ajustar las pérdidas mediante la innovación, desde lo tecnológico y el trabajo de las instituciones como es el caso del INTA en la Argentina.”

De acuerdo con Gino Buzzetti, representante del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) de México, “Innovagro debe servirnos como un motor para la producción y la sostenibilidad que nos permita abordar la seguridad alimentaria junto con la red que forman 51 instituciones de 15 países”.

Buzzetti resaltó que uno de los principales problemas que enfrenta América Latina es “cómo incrementar la productividad de la agricultura mediante un uso sustentable de los recursos naturales: principalmente el agua y el suelo”.

En el marco de las presentaciones sobre casos éxitos, en Innovagro, Otavio Balsadi –coordinador de estudios y métodos de transferencia de tecnología de Embrapa, Brasil– se refirió al objetivo del Programa Hambre Cero, que permitió que más de 30 millones de brasileños salieran de la pobreza: “Garantizamos una alimentación saludable, suficiente y regular garantizando la inclusión y la superación de la miseria”.

El éxito del plan –aseguró Balsadi– está a la vista: “se logró reducir la desnutrición infantil en un 61% y la pobreza rural en un 15%, además de multiplicar por ocho el crédito para los pequeños agricultores, que estaban excluidos del sistema financiero”.

En coincidencia con la declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, Salomón Salcedo, representante de la FAO, aseguró que deben respaldarse políticas que tiendan a “una producción de alimentos sostenible, intensificada y diversificada, eficiente e inocua que luche contra los desperdicios y las pérdidas, pero que preserve los recursos naturales”.

En América Latina, quienes trabajan y producen los alimentos que más se consumen ( hortalizas, verduras, frutas, carne, leche y pescados, entre otras producciones tradicionales como quinua, lentejón y mandioca), son los agricultores familiares, quienes en esta región representan el 80% de los productores, que juegan un papel importante en las economía regionales.

Salcedo ponderó el rol del INTA y del Pro-Huerta por el aporte a la seguridad y a la  soberanía alimentaría. Asimismo, destacó el trabajo que se realiza en Haití en materia de mejora para el acceso a los alimentos.

 

Según la FAO, en los países en desarrollo el 40% de las pérdidas ocurre en las fases de post-cosecha y procesado, mientras que en los países industrializados más del 40% es a nivel del consumidor.

 

En esta línea, Liliana Periotti, subsecretaria de Políticas Alimentarias del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación –Argentina–, consideró como base para el fortalecimiento del programa Pro-Huerta la alianza con el INTA como organismo técnico que acompaña el trabajo que “garantiza a la población el acceso a los alimentos desde una mirada de autoabastecimiento”.

La alianza estratégica que conjugamos desde este ministerio significó “que con el acompañamiento del INTA, tengamos presencia en el 88% de los municipios del país con equipo técnicos que representan casi 800 profesionales”, destacó la funcionaria.

El informe Pérdidas y desperdicio de alimentos en el mundo fue encargado por la FAO al Instituto sueco de Alimentos y Biotecnología (SIK) difundido en 2011, puntualiza que cada año los consumidores en los países ricos desperdician la misma cantidad de alimentos –222 millones de toneladas– que la totalidad de la producción alimentaria neta de África subsahariana –230 M tn–.

Para no producir pérdidas

El documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura  advierte que en los países en desarrollo el 40 por ciento de las pérdidas ocurre en las fases de post-cosecha y procesado, mientras que en los países industrializados más del 40 por ciento de las pérdidas se da a nivel de las ventas al por menor y del consumidor.

En este marco, Cristiano Casini, coordinador nacional del Área Estratégica Agroindustria, explicó que el INTA trabaja para evitar las mermas durante la cosecha y poscosecha de los granos, que son cifras muy significativas tanto en lo económico como en la producción de alimentos: “En la cosecha se pierden hasta  700 millones de dólares y en la poscosecha alrededor de 800 millones. No se trata de incrementar la producción de alimentos, sino de ajustar lo que ya se hace”.

“La clave está en que el mismo productor que elabora el producto pueda transformarlo para venderlo en los mercados concentradores. Esto lo puede lograr asociándose para bajar costos y, de esta forma, llegar a ferias francas, almacenes y a la góndola sin intermediarios”, sintetizó el coordinador nacional.

En Reducir el desperdicio para alimentar al mundo, el organismo de la ONU  revela que las pérdidas de alimentos durante la recolección y el almacenaje se traducen en la pérdida de ingresos para los pequeños campesinos y en precios más elevados para los consumidores pobres. Reducir estas pérdidas podría significar un impacto inmediato y significativo en los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria.

En esta línea, Norma Pensel, coordinadora nacional de Investigación y Desarrollo del INTA, ponderó la tarea que realiza el Instituto de Alimentos de este organismo donde investigan tecnologías para alargar la vida útil de los alimentos como disminuir la cantidad de microorganismos que pueden acelerar sus vencimientos.

“Entre otras investigaciones se prueban diferentes tipos de envases y de atmósferas, por ejemplo para frutas y hortalizas”, dijo Pensel.

En este contexto, Carlos Casamiquela, en su discurso inaugural del seminario Innovagro aclaró que “la innovación en la agricultura será una llave si se la piensa y actúa al servicio del desarrollo”.

Otavio Balsadi, representante de Embrapa, Brasil

Cristiano Casini, coordinador nacional del Área Estratégica Agroindustria del INTA

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