18 de junio de 2013

El INTA y las familias rurales recuperan el cultivo ancestral

Rescatar los cultivos y las prácticas productivas de los pueblos originarios es una de las estrategias que lleva adelante del organismo. En San Salvador se realizaron las jornadas que buscan poner en valor el uso de este cereal.

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Los cultivos nativos como la quinua, la papa andina, el amaranto, la yerba mate y la mandioca diversifican la oferta de alimentos alternativos y permiten posicionar alimentos con una fuerte identidad territorial y cultural. Con la presencia de Norberto Yauhar, ministro de Agricultura Ganadería y Pesca de la Nación, Eduardo Fellner, gobernador de la provincia de Jujuy y Carlos Casamiquela, presidente del INTA, se realizó en San Salvador la Expo Quinua Jujuy.

El ministro destacó: “Acá es donde la cultura y la necesidad de que se produzca y tengan buenos ingresos los productores da para que el Estado, en este año especial que es el de la quinua, acompañe con desarrollos que tienen que ver con ayudar a los distintos sectores a seguir promoviendo este tipo de cultivos”.

En este sentido, explicó que no se trata solamente de defender lo ancestral, “sino que la quinua es una fuente de trabajo, más allá de una fuente de alimento”.

El encuentro, que busca revalorizar ese cultivo por su relevancia para la soberanía alimentaria de los pueblos, reunió a investigadores, extensionistas, funcionarios públicos y agricultores familiares.

Fellner sostuvo que “Jujuy se está acostumbrando gratamente a este tipo de encuentros y de alternativas productivas, no solamente en materia agrícola, como es el caso de la quinua y de los cultivos artesanales y ancestrales de nuestra tierra, sino en otro tipo de actividades”.

Por su parte, Casamiquela explicó que el instituto está comprometido con el fortalecimiento de la agricultura en la provincia de Jujuy, pero más que nada con los procesos de transformación y desarrollo que lleven bienestar a las comunidades. “Se habla de la quinua porque es garantía de alimentos de primera calidad”, aseguró y agregó que “hay mil millones de personas hambrientas en el mundo”.

Organizado por el Ministerio de la Producción de Jujuy junto con el INTA, la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) y organizaciones campesinas, el encuentro refleja la determinación institucional por priorizar el rescate y la revalorización de los cultivos ancestrales.

“Son productos que tienen un gran valor en sí mismos porque expresan características culturales de un territorio particular y son producidos mediante procesos que los diferencian del resto”, aseguró Damián Alcoba, director del Instituto de Investigación y Desarrollo para la Pequeña Agricultura Familiar (IPAF) del INTA en el NOA.

En un país rico en tradiciones heredadas de los pueblos originarios, como la Argentina, la pequeña producción encuentra en la elaboración de productos con base en variedades ancestrales una oportunidad para ofrecer alimentos naturales, asociados a las costumbres autóctonas.

“El INTA trabaja en el acompañamiento de la tendencia nacional e internacional en la revalorización de esos cultivos y las prácticas productivas que encierran”, dijo Alcoba. Se trata de producciones de pequeña escala que, además de destinarse al autoconsumo, generan excedentes para cubrir la demanda de otros sectores. Según explicó, los consumidores eligen esos cultivos “por su contenido nutricional y porque se basan en un sistema de producción agroecológico que agrega valor a sus productos”.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró que 2013 sea considerado “Año Internacional de la Quinua”, en reconocimiento a los pueblos andinos que la preservaron como alimento y por sus ventajas comparativas: aumenta la productividad de otras variedades, reduce las importaciones, estimula a las agroindustrias y fortalece la seguridad alimentaria de la región.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura declaró que 2013 sea considerado “Año Internacional de la Quinua”, en reconocimiento a los pueblos andinos

Un alimento completo

Pese a haber sido uno de los principales cultivos de los pueblos originarios del NOA, la quinua se produce en pequeña escala y autoconsumo. La tendencia mundial hacia una alimentación más sana y natural, la sitúa hoy como una excelente opción productiva, que es demandada por mercados internacionales.

Este grano contiene todos los aminoácidos esenciales, sustancias nutritivas que el cuerpo humano no puede fabricar y necesita para su buen funcionamiento. En este sentido, es más completo que el trigo y el arroz, pues posee lisina, ausente en estos. Además de brindar proteínas, no contiene prolaminas, creadoras de gluten, por lo que se puede incorporar a la dieta de quienes padecen celiaquía.

El IPAF Región NOA desarrolla, junto a la Fundación Nueva Gestión, un prototipo modular para la trilla y venteo de la quinua –que separa y limpia el grano–, facilita la poscosecha y aumenta la rentabilidad. Su construcción se realiza con el complejo metal mecánico de Palpalá, como apuesta a la fabricación de maquinaria nacional al alcance de la agricultura familiar.

La tendencia mundial hacia una alimentación más sana y natural, la sitúa hoy como una excelente opción productiva, que es demandada por mercados internacionales

Tradición que se hereda

En 2004, seis familias productoras de Laguna Blanca –Catamarca–, pidieron asistencia al INTA para rescatar cultivos tradicionales: quinua, papa andina y maíz. El instituto se asoció con organizaciones con base territorial en la Red para el Desarrollo Económico y Social del Distrito Villa Vil, para fortalecer y comercializar productos propios de la zona.

Con el recuerdo de la quinua, como alimento de sus abuelos 40 años atrás, comenzaron a producirla y comercializarla en ferias locales. Así, lo que nació por un interés particular logró la adhesión de diez comunas para dar respuesta a la demanda creciente, sustentada en un producto con una fuerte raíz local, una cultura y una tradición particular.

Para Luisa Brizuela, técnica del INTA Catamarca, la red “es un motor de desarrollo social y económico para la región porque hoy son más de 350 familias las que trabajan por dar un impulso a los cultivos y además les permite asociarse para resolver otros problemas, como por ejemplo, la construcción de caminos y comunicación”. El trabajo mancomunado del municipio, el INTA, los centros educativos y de salud y la Subsecretaría de Agricultura Familiar conformó una organización con objetivos superiores para impulsar el desarrollo del territorio.

 

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