23 de agosto de 2011

Cuando ordenar significa duplicar

Técnicas de bajo costo aumentan hasta un 50% la producción de carne en zonas marginales. Recomendaciones para planificar el manejo de la hacienda.

Para la aplicación de tecnología en el campo no sólo se necesita dinero. Existen técnicas de bajo costo o de procesos del uso eficiente de los recursos que el productor ya tiene en su campo: manejo de los recursos forrajeros y del rodeo de cría que le permiten aumentar, con una correcta planificación, hasta un 50% la producción de carne.

Eduardo Obregón, coordinador territorial del INTA Maipú –Buenos Aires–, explicó  que la producción promedio para la Cuenca del Salado es de unos 80-90 kilos de carne por hectárea y por año. No obstante, su potencial es mucho mayor, pudiendo superarse los 120 kilogramos mediante técnicas de manejo sencillas y de muy bajo costo.

“Es muy difícil predecir la cantidad de cabezas que puede ganar un productor haciendo un buen manejo de todos los recursos debido a que depende de cada situación en particular”, aseguró Obregón.

Ensayos realizados en establecimientos de productores determinaron que se puede aumentar la producción de carne sólo con el manejo de los pastizales de algunos potreros. Para el especialista: “Con la división de los potreros de un campo natural según las poblaciones vegetales y con un ajuste en el manejo del rodeo se logró un aumento del 50% en la producción de carne”.

En la actividad ganadera de cría interaccionan constantemente distintos factores –económicos y climáticos– que determinan que los productores den prioridad a la disminución de riesgos y costos. “El manejo racional –detalló– de los pastizales naturales es una fórmula que demostró que puede mejorar sustancialmente la actividad; saber abrir o cerrar las tranqueras en el momento oportuno también es aplicar tecnología y su costo es cero”.

En este sentido, es importante evaluar el potencial productivo en los planteos pastoriles que contengan pequeños aportes de suplementación estratégica para cubrir desbalances nutricionales, por variaciones en la curva de producción de pasto y requerimientos crecientes de los animales en engorde.

“Los recursos forrajeros son elegidos para intentar suplir los requerimientos ganaderos durante todo el año; y esto es muy difícil debido a que en primavera el forraje explota al crecer a tasas altas, en verano es muy variable según las lluvias y en invierno las temperaturas y el nitrógeno son limitantes”, explicó el técnico.

Además resaltó que “por esto es substancial adecuar las curvas de requerimientos nutricionales del rodeo de cría con la oferta de pasto que proveen los campos naturales o las pasturas”.

De esta manera, la vaca llegará en buen estado al parto y tendrá garantizada la alimentación necesaria para producir leche y alimentar al ternero; a la vez que entrará rápidamente en celo lo que garantizará la preñez del siguiente año.

La alternativa para contar con los recursos necesarios cuando la producción del campo natural cae son las reservas forrajeras en forma de heno o al pie mediante el pastoreo diferido. “El forraje participa en un 91% de la dieta, el 9% restante proviene de la suplementación con maíz o sorgo”, apuntó el técnico.

El manejo del rodeo completa la ecuación

La cría es un proceso largo y complejo con un producto final: el ternero. Anualmente, la vaca pasa por distintos estados fisiológicos que van desde la parición, lactancia, servicio hasta la preñez, en los cuales las necesidades nutritivas son variables, con diferencias marcadas.

“Un manejo adecuado –definió Obregón– significa tener en producción el mayor número de vacas posible sin afectar la estabilidad productiva de una determinada explotación ganadera”.

Por otro lado, el buen estado sanitario de los animales permitirá al productor la toma de decisiones correctas que apunten a mejorar el resultado económico de la cría.

Para el técnico: “Se pueden hacer muchos esfuerzos con la generación de recursos forrajeros o en acomodar los celos del rodeo en función del aporte forrajero, pero si no se previenen las enfermedades reproductivas se transforman en pérdidas de preñez con un resultado negativo”.

La clave está en la “prevención y planificación”: conocer el campo para poder hacer un buen presupuesto forrajero, seguido de una buena organización del desarrollo del rodeo a lo largo del añopara ajustar el manejo. “Esto no es una receta o un pronóstico para todos los campos de la Cuenca del Salado porque cada situación es distinta y requiere de una planificación especial”, puntualizó Eduardo Obregón.

Estas temáticas se profundizarán en el curso de ganadería que se dictará en la UADE (Universidad Argentina de la Empresa), del 18 de agosto al 24 de noviembre.