Silvicultura | 16 de septiembre de 2019

Algarrobo blanco: pautas para obtener una madera de mejor calidad

Un equipo de investigadores del INTA Sáenz Peña –Chaco– promueve la implementación de la poda y el raleo para optimizar el crecimiento y la producción de madera de alta calidad. Recomendaciones para obtener fustes más rectos y libres de nudos.

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El algarrobo blanco (Prosopis alba) es una de las especies arbóreas nativas más conocidas y con mayor dispersión territorial del norte argentino. Conocido por la calidad de su madera para la industria de los muebles, este árbol requiere prácticas silviculturales para mejorar su producción. En este sentido, investigadores del INTA Sáenz Peña –Chaco– promueven la implementación de la poda y el raleo para obtener fustes más rectos y libres de nudos.

Marcos Atanasio, especialista en manejo forestal de esa unidad del INTA, señaló que “las plantaciones de algarrobo requieren un manejo específico –de poda y raleo– para obtener madera de alta calidad”.

La poda es una práctica forestal que consiste en la eliminación de ramas verdes o secas. “En el algarrobo blanco es crítico manejar el momento oportuno, la intensidad y frecuencia de poda”, indicó Atanasio quien agregó: “Esta especie tiende naturalmente a formar múltiples tallos de corta longitud, por lo que, la poda es una práctica necesaria para mejorar la calidad de trozas con objetivos maderables”.

De acuerdo con el especialista del INTA, las podas sistemáticas se realizan para obtener madera libre de nudos, es decir, con mayor calidad para usos sólidos. Además, permiten concentrar el crecimiento del diámetro en un solo fuste para mejorar la producción en volumen maderable individual.

“En general, esta práctica se aplica a todos los ejemplares antes de los tres años, mientras que las siguientes se combinan con raleos en intervalos de dos años, tiempo que puede variar según el sitio y el material genético plantado”, expresó Atanasio y recomendó: “Repetirlas hasta alcanzar los 2,5 o 3 metros de altura de fuste libre de ramas”.

Lorena Pernochi –especialista en silvicultura del INTA– brindó detalles sobre un ensayo de poda de formación a partir de los 18 meses y poda sistemática a los 30 meses de edad realizado en plantaciones con alta densidad, ubicados en dos sitios –suelo serie Matanza y serie Golondrina–.

“Las evaluaciones realizadas al año de la poda de formación mostraron que no afectó el crecimiento en diámetro y altura”, indicó Pernochi y aseguró: “Cuando se aplicó la poda sistemática, a los 30 meses de edad, se encontró que el porcentaje de copa extraída es significativamente superior en el tratamiento que no tuvo poda de formación previa”.

Este dato es relevante debido a que cuando no existe poda de formación se observa una tendencia a presentar mayor número de ramas, mayor diámetro de ramas y diámetro sobre muñón. “Ramas más grandes y podadas a destiempo, generan heridas de mayores dimensiones y requieren más tiempo para cicatrizar, lo que afecta la calidad de la madera”, explicó la investigadora del INTA.

En este sentido, Atanasio recomendó realizar este tratamiento silvicultural durante los meses de junio, julio y agosto, debido a que es el periodo de menor actividad de crecimiento y de riesgo sanitario.

“Una poda efectuada a tiempo, con la intensidad adecuada y la herramienta correcta permite obtener en la cosecha madera de alta calidad, esto significa fustes más rectos, con mayor rendimiento en las trozas y sin marcas de nudos de la poda; pudiendo tener el beneficio en la comercialización de madera aserrable, en el mercado local y regional”, aseguró Atanasio.

 

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