Agua segura para más de 10 mil chicos de escuelas rurales
En 2017, el Proyecto Agua Segura junto con el INTA instaló 232 equipos de purificación en establecimientos y centros comunitarios de 12 provincias del país. En todos los casos, la entrega de los filtros microbiológicos estuvo acompañada por talleres educativos.
Los chicos miran, a través de microscopios, las formas de las bacterias que afectan la calidad del agua y luego dibujan aquello que les quedó del taller en papeles que pueden llevarse a su casa. Son las actividades de la capacitación que siguió a la instalación de los filtros microbiológicos que, de la mano del INTA, la empresa social Proyecto Agua Segura colocó en dos escuelas rurales del departamento tucumano de Burruyacú.
En esta oportunidad, los filtros beneficiaron a la comunidad de alumnos y docentes de las escuelas 152 y 242, ubicadas en los parajes El Naranjo y Cañada de Alzogaray respectivamente. Zona de sierras bajas, ambas localidades no superan los 2.000 habitantes y se encuentran a menos de 20 km del Gran San Miguel de Tucumán.
Estas son dos de las 232 instituciones a las que se acercó el Proyecto Agua Segura durante 2017, con el apoyo del INTA. El trabajo permitió que 10.907 chicos de escuelas rurales y centros comunitarios de 12 provincias del país accedieran a agua potable.
“El INTA conoce la zona, tiene una vinculación muy estrecha con las escuelas y debe ser el nexo con otros organismos que facilitan la provisión de filtros o de otros artefactos que ayuden a la calidad de vida”, reconoció Julio César Ávila, técnico de la agencia de extensión rural del instituto en la ciudad de Banda del Río Salí, ubicada a tres kilómetros de la capital provincial, que participó del encuentro.
Lo particular de la visita a los parajes de Burruyacú fue la presencia convocante del conductor Julián Weich, cofundador del Proyecto Agua Segura, una empresa social que trabaja para dar soluciones concretas ante la crisis del agua en el país.
En esta línea, Weich expresó: “El INTA es un organismo que nos brinda un fuerte apoyo para llevar nuestro proyecto al territorio”. “Es un proyecto para transformar agua no segura en agua segura y el INTA siempre acompaña a nuestro equipo y está presente en cualquier intervención que realizamos”, aseguró.
En otras palabras, Weich añadió que el instituto “tiene una gran presencia en los territorios y nos acerca a la gente en las diferentes localidades que visitamos”.
Asimismo, destacó que “su ayuda también se magnifica a través de sus programas de intervención como el ProHuerta y tantos otros con los que trabaja”. “La gente del INTA es igual en todas las provincias, parecen hermanos, porque son muy parecidos, y su profesionalismo es fundamental, ya que constituyen una herramienta importante para nuestro trabajo”, dijo agradecido el conductor.
La principal labor de esta organización apunta a trabajar con escuelas rurales, centros comunitarios y hogares para que accedan a agua segura, a partir del diseño de una cadena de valor junto con los sectores público y privado y la sociedad civil. Con esta finalidad, técnicos del INTA acompañan la tarea y facilitan la llegada del proyecto a las escuelas y centros de la región.
Para Nicolás Wertheimer, también cofundador del Proyecto Agua Segura, la problemática del acceso al agua potable tiene distintas dimensiones: “Afecta la salud, pero también impacta en la vida social y económica de las familias, ya que las personas destinan horas en llegar a una fuente de agua y pueden contraer enfermedades provocadas por el consumo de agua no segura que los llevan a faltar al trabajo o a la escuela”.
En este contexto, el especialista advirtió que “la situación es compleja y requiere una solución integral, que combine tecnología de acceso y calidad de agua, educación para comprender la importancia del agua segura y los hábitos de higiene, y trabajo en equipo para poder alcanzar estos logros”.
De sencillo armado y manejo, los filtros implementados facilitan que el agua de fuentes sin tratamiento se transforme en apta para consumo humano. Técnicos del INTA Famaillá y voluntarios de Tarjeta Naranja participaron del encuentro celebrado en las escuelas.
Una problemática sin fronteras
Según la Organización Mundial de la Salud, cada año hay 1.500 millones de personas afectadas por enfermedades transmitidas por el agua y un niño muere cada 90 segundos por esta misma razón. En la Argentina, cerca del 16 % de la población no tiene acceso a agua segura, lo que implica que 6,7 millones de personas beben agua directamente de pozos, ríos o arroyos sin ningún tipo de tratamiento.
Entre las dificultades para el acceso al agua en Tucumán, Ávila explicó que las perforaciones dependen de las napas freáticas. “Cuando la actividad productiva se intensifica, sumado a la variabilidad de las precipitaciones, las napas suelen bajar el nivel y no se recargan”, observó.
En los parajes visitados, la mayoría de la población se emplea como mano de obra en la producción de cítricos, principalmente de limón, y de caña.
A veces también se dañan las bombas que abastecen los depósitos. En estos casos, “se debe recurrir al agua que aportan las comunas, la cual es llevada en tanques por tractores hasta las escuelas y, en general, no asegura buena calidad, debido a que los recipientes pueden estar contaminados”, indicó Ávila.
En este contexto, el técnico valoró: “Estos filtros son importantes para potabilizar el agua almacenada en los tanques, muchas veces poco higienizados desde el punto de vista bacteriológico”.
Esta entrega de purificadores se sumó a otras ya realizadas en las localidades tucumanas de La Ramada, La Soledad, Garmendia, El Potrerillo, entre otras.
Julián Weich explica la tarea en conjunto entre el Proyecto Agua Segura y el INTA