19 de agosto de 2010

Agroindustria en origen: un desafío

Cristiano Casini, coordinador del Área Estratégica Agroindustria del INTA, se refirió a la promoción de la producción en la Argentina.

En los últimos años se produjeron cambios profundos a nivel global y también en la Argentina. Esos cambios, entre otras cosas, indican que la actividad agropecuaria será el generador de los productos más esenciales para la vida humana, entre los cuales los alimentos, los biocombustibles, los biofármacos, las biomasas para producir energía y los bioplásticos se presentan como los más relevantes.

Y todos son producidos bajo el concepto de preservación del ambiente y la salud de las personas. El crecimiento de la población mundial y el aumento del nivel de vida de los países asiáticos, entre otros factores, nos da una idea del volumen de la demanda que puede haber en el mercado internacional de esos productos agroindustriales.

Dentro de este contexto, el desafío que la Argentina está afrontando es evolucionar hacia un país industrializado para ser económica y socialmente sustentable. Un desafío que puede lograr de la mano del campo, promoviendo el desarrollo de la agroindustria en origen. Para esto, es necesario considerar la gran diversidad de productos que pueden colocarse en el mercado nacional e internacional y que esos productos tengan el mayor valor agregado posible.

Es decir, dejar la idea del otrora granero del mundo y ofrecer al mercado productos elaborados de gran calidad agroindustrial y alimenticia. Semejante objetivo requiere entrar en una nueva estrategia de producción cuya finalidad es la producción de productos industriales, ya sean semielaborados y/o elaborados. Es relevante considerar a todos estos productos y subproductos integrados en una sola cadena agroindustrial.

De esta manera, se permitirá un crecimiento más equilibrado de las comunidades del interior del país, capitalizando localmente los excedentes, generando una mayor demanda de mano de obra y produciendo un crecimiento genuino, con equidad; es decir, un desarrollo territorial.

Todo indica que el campo argentino del mediano plazo (10 años) debería abandonar la exportación de “commodities” sin transformación, sin industrialización, sin valor agregado en origen, para evolucionar hacia sistemas productivos donde el productor primario supere la tranquera, participe y se incorpore efectivamente a la cadena de valor. Esto le permitirá recuperar su competitividad territorial, progresar con desarrollo y con equidad, ya que participará en la distribución de la renta. Todo esto dentro de un marco de gestión ambiental para conservar los recursos naturales.

Este cambio debe tener como única premisa “la innovación permanente”: innovación en los procesos, en los equipamientos, en los productos obtenidos, en los consumidores y en los mercados. Se debe poner en marcha un proceso de creatividad con métodos modernos de investigación y experimentación que inmediatamente pongan en práctica las novedades encontradas.

Estas novedades deben tener una característica particular, de origen argentino definido y que se diferencien de los del resto del mundo por su calidad, sanidad, nutrición, bajos costos y porque son producidos con la preservación del medio ambiente. En síntesis: productos de alta calidad, bajo costo y diferenciados como “marca argentina”.

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