27 de diciembre de 2011

2012: un año para cooperar

El año que viene estará destinado al reconocimiento del trabajo cooperativo en el desarrollo de las naciones. Aseguran ingreso económico y cohesión social.

Se merecían un reconocimiento: emplean a más de 100 millones de personas en el mundo y las 300 más importantes produjeron 1.1 billones de dólares en 2008. Sólo en la Argentina, tienen más de 9.3 millones de asociados repartidos entre más de 14 mil entidades. Así, por su participación en el desarrollo económico y social de los países y su contribución a la erradicación de la pobreza, las cooperativas tenían que tener su año.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció que en 2012 se conmemorará el Año Internacional de las Cooperativas para crear conciencia sobre su importancia, promover su expansión y establecer políticas apropiadas para su formación y crecimiento.

“Las cooperativas organizadas bajo principios tales como solidaridad, democracia, igualdad y equidad reducen la pobreza, crean empleos y promocionan la integración social”, destacó el presidente de la Asamblea, Nassir Abdulaziz al-Nasser, durante la apertura de la 66.º sesión.

La ONU describe a las cooperativas como “una asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente controladas”.

Según informa a RIA el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), “estas dos características de propiedad y control democrático son las que las diferencia de otros tipos de organizaciones como las empresas controladas por el capital o por el gobierno. Cada Cooperativa es una empresa, en el sentido que es una entidad organizada que funciona en el mercado y, por lo tanto, debe esforzarse para servir a sus miembros eficiente y eficazmente”.

Así, perseguir un interés común tiene ciertas ventajas relacionadas con el hecho de que un grupo numeroso de personas puede negociar mejores condiciones y precios más bajos a la hora de adquirir tecnología o materia prima y sus integrantes gozan de diversos servicios como entrenamiento y educación.

Para la jefa del grupo de trabajo Instituciones Rurales de la FAO, Nora Ourabah Haddad, si bien este tipo de asociaciones han tenido problemas de funcionamiento por motivos políticos y económicos en el pasado, “ahora trabajan en un contexto totalmente diferente en el que existen modelos cooperativos que son sistemas empresariales vibrantes que ocupan un lugar en el mercado donde el sector privado no siempre está interesado en llegar y que contribuye mucho a la economía y la disminución de la pobreza”.

Las cooperativas agropecuarias jugan un papel fundamental en la seguridad alimentaria de las naciones.

Cooperativas última generación

En este sentido, el coordinador del área estratégica Agroindustria del INTA, Cristiano Casini, explica a RIA que “las cooperativas ligadas al sector agropecuario jugarán un rol preponderante en el cambio tecnológico de la Argentina” ya que “hoy existe una gran transformación de la producción agropecuaria que necesita ser capitalizada por el productor a través del sistema cooperativo mediante el agregado de valor”.

Según el profesional, estas cooperativas “tradicionalmente cumplieron un papel destacado en la producción primaria en beneficio del productor pero ahora, las de nueva generación, además de hacer eso, están evolucionando hacia la transformación del producto primario para acercarlo a la góndola”. Más allá de agregar valor, estas instituciones de “nueva generación” hacen un planteo moderno de la capitalización de las ganancias con un retorno efectivo del 50 por ciento al fin del ciclo anual. Adicionalmente al retorno económico, esto genera numerosos beneficios, de los cuales el principal es el desarrollo territorial integral en origen, por el cual se mejora la demanda de empleo de mano de obra, la educación, la infraestructura de las ciudades del interior del país y la calidad de vida de los habitantes.

Por ejemplo, Casini explica que, a partir de un creciente interés del productor primario en asociarse directamente o indirectamente al sistema cooperativo para procesar soja, hoy cuatro millones de toneladas de este grano que iban a puerto para su exportación, “quedan en el interior y se transforman en alimento para cerdos, pollos, leche y carne bovina. O sea, que ese valor agregado lo capitaliza el sistema socio-económico local”.

Así, el INTA incentiva a las cooperativas para que ingresen en el sistema moderno del agregado de valor en origen a través de la recepción de consultas y la orientación en diversas alternativas de producción en todas las cadenas del país. “Nuestra principal actividad es promocionar el agregado de valor en origen dentro de un sistema asociativo y/o cooperativo”, destaca el profesional.

Sin esta iniciativa, los productores primarios estarían recibiendo solamente del 15 al 20 por ciento (promedio) del valor final de ese mismo producto transformado con agregado de valor y puesto en la góndola.

En este sentido, el coordinador del Proyecto de Eficiencia de Cosecha, Poscosecha e Industrialización de los granos (PRECOP) del INTA, Mario Bragachini, ejemplifica este posible beneficio a partir del agregado de valor en la cadena de soja. “Esta cadena genera 197 mil puestos de trabajo, el 10 por ciento de lo que generan las cadenas agroalimentarias, pero se lleva el 58 del área de siembra. Agregar valor a estos granos y convertirlos en producto balanceado con posibilidades de que se transformen en carne bovina, porcina, caprina, aviar, leche y también pescado podría generar, en 2020, 400 mil empleos”.

Casini asegura que cada vez hay más productores y cooperativas de última generación que agregan valor a sus producciones. “Todos estos desafíos de industrialización, que adopte el sistema cooperativo van a ser importantes para fortalecer al productor (principalmente al familiar, al pequeño y al mediano) a partir de la mejora de la eficiencia y rentabilidad de su negocio, lo que ocasiona que las ganancias se queden en la región”, asegura.

Esto evitará las emigraciones de los jóvenes a las grandes ciudades y fortalecerá el desarrollo territorial en toda su amplitud dentro de un marco de sustentabilidad ambiental y equidad social.

En este sentido, según la Confederación Intercooperativa Agropecuaria (ConInAgro), más de 500 mil personas dependen directamente del complejo agrario cooperativo que se expande desde las pequeñas comunidades en las que actúan directamente, hasta las góndolas de los supermercados y los puertos. A su vez, facturan más de 7.5 millones de pesos anuales, sus exportaciones superan los tres mil millones de pesos y contribuyen con el seis por ciento del Producto Bruto Interno (PBI).

Es que las cooperativas agropecuarias no sólo juegan un rol importante en la producción y distribución de alimentos, sino también que benefician a la seguridad alimentaria de las naciones. Así, la ONU, a través de la declaración del año internacional, busca invitar a los gobiernos y organizaciones internacionales “a promover el crecimiento de las cooperativas agropecuarias a través del acceso a una financiación asequible, la adopción de técnicas de producción sustentables, la inversión en infraestructura e irrigación y el fortalecimiento de mecanismos que aseguren la participación de las mujeres en las actividades económicas”.

En la Argentina, el movimiento cooperativo agrario surgió a fines del siglo XIX a raíz de la asociación entre inmigrantes europeos que llegaron al país a trabajar la tierra y producir alimentos para ser exportados a Europa que cada vez solicitaba más productos debido a su creciente urbanización facilitada por la revolución industrial. “Hoy, existen en la Argentina cooperativas agropecuarias que exportan sus productos con valor agregado a varios países del mundo, por lo que podemos decir que ya comenzó la evolución del sistema cooperativo argentino”, destaca Casini.

El Año Internacional de las Cooperativas tendrá como lema “las empresas cooperativas construyen un mundo mejor”. Si se considera que ellas crean, mejoran y protegen las ganancias y el empleo de sus miembros, y que promocionan la cohesión y la inclusión social, efectivamente se merecen un reconocimiento. Sin duda, las cooperativas crean un mundo mejor en el que es posible la reducción de la pobreza a través del trabajo conjunto, democrático y equitativo.

“En la Argentina, el sistema cooperativo puede ser la gran institución que produzca definitivamente la industrialización del campo en todos sus alcances y lo transforme en un país económica y socialmente sustentable. Dejemos en manos de ellos que afronten este desafío y señalaremos al año 2012, además del Año Internacional de las Cooperativas, como el ‘Año de las Cooperativas Argentinas de Nueva Generación’, confirmando la evolución de este sistema agrario hacia el agregado de valor en origen”, finaliza.

Más información: Revista RIA

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