02 de diciembre de 2010

“Hay cooperativas que exportan por más de 10 M de pesos”

Así lo marcó Javier Caporgno del INTA Ceres –Santa Fe–, integrante de una experiencia asociativa que produce mieles de primera calidad. Otros grupos tienen inversiones que superan los $ 3 M e ingresos por $ 250.000.

La ecuación es simple: unirse para trabajar, capacitarse, tener al INTA como aliado y obtener buenos ingresos a partir del esfuerzo. A ese resultado llegaron miles de productores que se asociaron para crecer: “Conformamos la cooperativa apícola Cosar, en Santa Fe, de la que participan más de 100 familias y exporta anualmente mil toneladas de miel por 10 millones de pesos”, explicó Javier Caporgno del INTA Ceres, en esa provincia.

Se trata de una de las experiencias que participaron en el Encuentro Nacional del Programa Federal de Apoyo al Desarrollo Rural Sustentable (ProFeder), realizado el 30 de noviembre y el 1° de diciembre en la sede porteña de la Universidad Católica Argentina, con más de 500 participantes y la presencia del vicepresidente y el director nacional del INTA –Luis Basterra y Néstor Oliveri, respectivamente–.

“ProFeder apoya a más de 13.000 pequeños y medianos emprendedores agropecuarios, 20.000 familias de productores. Tiene en la actualidad 54 proyectos integrados y 105 proyectos de apoyo al desarrollo local. “Este programa es un traje a medida de las distintas problemáticas del territorio”, sintetizó Adrián Gargicevich, coordinador del programa. Por esto, Oliveri subrayó “la importancia de las características que conforman el ProFeder, su pluralidad y distribución geográfica, sus herramientas estratégicas y las situaciones particulares de cada región”.

De acuerdo con el técnico, pequeños apicultores de la zona central de Santa Fe y el Este cordobés se asociaron en 1999 para competir en los mercados más exigentes y organizar un sistema de control de todo el proceso de producción y comercialización de miel bajo protocolos de calidad: “Iniciamos un trabajo inédito en la apicultura argentina”, expresó, para lo que debieron articular con otras instituciones, organismos, profesionales y productores”.

La cooperativa actualmente está conformada por 11 grupos (105 productores) y posee más de 42.000 colmenas. Además, reciben capacitación intensiva a cargo de profesionales del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, el INTA y el Senasa. Así, aumentaron la competitividad de los pequeños apicultores mediante su organización, generaron una sólida red de actores de la cadena apícola, mejoraron los aspectos técnicos de la producción de miel, diseñaron un sistema de gestión de calidad en toda la cadena, conformaron una organización responsable de comercializar la producción en forma conjunta y accedieron a mercados internacionales.

“Nuestro próximo paso es abocar nuestra tarea para lograr que los poblados cercanos a las grandes ciudades en Santa Fe no sigan expulsando a sus productores por falta de recursos y de posibilidades de trabajo. Ese es el desafío. Y, como otros que fuimos logrando, creemos que con esfuerzo podemos ir en ese rumbo”, expresó el técnico del INTA Ceres.  

De buen corazón

Quimey Piuké, “buen corazón” en mapuche, es el nombre que eligió un grupo de artesanos hilanderos para llevar adelante un emprendimiento en Dina Huapi –a 20 km de Bariloche, Río Negro– del que participan 260 familias. En 2009, obtuvieron ingresos cercanos a los 250.000 pesos.

El Mercado de la Estepa Quimey Piuké es una organización en la cual artesanos y pequeños productores rurales comercializan sus productos conforme a los valores del comercio justo y de acuerdo a un reglamento interno, elaborado de manera participativa por sus integrantes. José Luis Zubizarreta, del INTA Bariloche, explicó que “este es un espacio de intercambio que nos da unidad, en el que los integrantes ofrecen lo que producen. Para realizar los productos se utilizan los recursos y la materia prima que brinda el ambiente en el que viven y también reflejan el saber hacer propio de quienes habitan en la estepa”.

El grupo, que dio sus primeros pasos en 1999, inauguró un edificio a fines de 2003 y comenzó formalmente la comercialización conjunta de productos y artesanías. “Participan más de 260 familias, cuyo socio activo es la mujer, en más del 93% de los casos”, destacó Zubizarreta.

El paisaje allí es hostil y contrasta con la sonrisa que se moldea en cada reunión compartida. “Los parajes de donde provienen los integrantes están alejados de las vías principales: se comunican por caminos internos –huellas– de ripio que atraviesan diversos tipos de terreno –mallines, arroyos, arenales y pedreros–. Al no contar con la infraestructura necesaria, son de difícil transitabilidad y en la época invernal se inhabilitan. Es así que el caballo y el caminar son los medios más usuales que los pobladores utilizan”, relató el técnico de Bariloche.

Más del 80% de lo comercializado corresponde a artículos textiles. El principal insumo, la fibra –lana o pelo–, es obtenida por las artesanas de sus propios animales o bien la consiguen de otros productores –que lo venden o lo proporcionan sin costo alguno–.

Desde 2007 funcionan dos bancos de lana del Mercado, uno en Dina Huapi y otro en Comallo, donde las artesanas pueden adquirir los vellones o lana hilada y devuelven su valor en dinero o en productos terminados.

“Este esfuerzo tuvo como corolario en la presentación de una ley de iniciativa popular de mercados productivos asociativos de Río Negro, que contó con la aprobación por unanimidad de la legislatura provincial y el apoyo de más de 13.000 firmas”, destacó Zubizarreta. En esta línea, Basterra resumió que “la articulación de los productores con los gobiernos nacionales, provinciales y locales, las instituciones y las entidades ligadas al conocimiento forman una sinergia que hace que hoy vivamos una Argentina distinta a las de principios de los 90 y 2000. Tenemos un país que busca producir con productores que no dejen su lugar de origen”.

Basterra: "Tenemos un país que busca producir con productores que no dejen su lugar de origen”.

Invertir, efecto dominó  

En Machagai –Chaco– funciona desde agosto de 1992 el grupo de Cambio Rural La Tambora SH. Esta cooperativa se inició con un suelo deteriorado, baja cotización del algodón y los cereales, mínimos índices de marcación en el ganado bovino, dificultad para la comercialización, sin facilidades para acceder a la tecnología y al asesoramiento técnico por falta de escala y, por lo tanto, sin acceso al crédito.

A todo ello debe sumarse el éxodo de productores a los centros urbanos (35%). Hoy, sus inversiones en maquinaria agrícola  ascienden a los 3.000.000 de pesos y prestan servicios de cosecha a productores de la zona.

Esto mejoró la calidad de vida de sus integrantes y logró que muchas familias no sufran el desarraigo, debido a la participación de los hijos en el manejo de los equipos que prestan servicio de cosecha y articulan con organizaciones del agro, cooperadoras. Por esta tarea, el grupo recibió varias distinciones.